La persistencia de altos índices de inflación y las trabas para comprar dólares como también para mantener una fluida corriente de importaciones y pagos de dividendos por parte de las empresas, provocaron este año un cambio en la estructura de los depósitos privados a interés.
Afectados por la caída del dinero de sus cajas de ahorro y cuentas corrientes, así como de las imposiciones menores a un millón de pesos, los bancos salieron en los últimos meses a subir con fuerza las tasas de interés de sus depósitos, a modo de aliento. Y parece que la receta comenzó a dar algunos resultados.
En agosto, los plazos fijos en pesos aportaron al sistema bancario unos $ 9.000 millones mientras que en septiembre sumaron otros 7.000 millones, lo que significó un 7 por ciento más que en igual mes del año pasado.
Para ello, los bancos ofrecen tasas de interés de hasta el 17 por ciento anual para los ahorristas minoristas y trepa al 21 por ciento por los depósitos superiores al millón de pesos, publica el diario Ámbito Financiero.
Así, los plazos fijos ya lograron crecer al 40 por ciento interanual pero no alcanzan a compensar del todo el drenaje que se percibió en las cuentas a la vista, añade el matutino.
Frente a este contexto, el Banco Central ya hizo saber a algunos ejecutivos su preocupación por la suba de tasas, ante el temor de que las entidades decidan trasladar completamente a los créditos el ajuste que ya aplicaron y compensar a través de éstas, también, las pérdidas que sufrieron por la última regulación oficial en cargos y comisiones.