Ocurrió dos años atrás. Los investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), presentaron una novedosa mochila que se coloca sobre el lomo de la vaca y permite recolectar el gas metano generado por el animal.
Hoy en día, el avance es sorprendente: purifican estos gases y los comprimen para reutilizarlos como fuente de energía alternativa. Aseguran que este biocombustible puede ser utilizado para proveer luz y calor para uso doméstico y hasta hacer funcionar un automóvil.
El proyecto nació asociado a la necesidad de reducir las emisiones de efecto invernadero a la atmósfera. Guillermo Berra, coordinador del grupo de Fisiología Animal del INTA Castelar, explica que lo que se busca es "aprovechar la fermentación anaeróbica que tiene lugar en el interior del rumen (la primera cavidad del aparato digestivo de los rumiantes) para obtener energía renovable y también para implementar un mecanismo de reducción de esos gases".
Para capturar el gas, los técnicos utilizaron un sistema de cánulas comunicadas directamente con el interior del rumen. Aquí se genera el metano que la vaca eructa y se llena una bolsa plástica que, a modo de mochila, se ubica en el lomo del animal. "La cantidad de gases recolectados varía según el alimento ingerido y el tamaño del ejemplar: una vaca adulta emite cerca de 1200 litros por día, de los cuales entre 250 y 300 son metano", precisa Berra.
En tanto, los gases se filtran mediante un compuesto industrial que extrae el dióxido de carbono y el ácido sulfhídrico, obteniendo así una concentración de alrededor de 95% de metano. Finalmente, se lo somete a un método de compresión sencillo para meterlo en garrafas.
Acerca de los beneficios que esto puede traer, Berra manifestó: "En aquellos lugares donde las redes no llegan, los productores tendrían una alternativa para cocinar, iluminar sus viviendas e, incluso, manejar autos".
Asimismo, Ricardo Bualo, otro de los técnicos que participa del proyecto del INTA, afirmó que "una vaca emite alrededor de 300 litros de metano por día, que pueden ser utilizados para poner en funcionamiento una heladera de 100 litros de capacidad a una temperatura de entre dos y seis grados durante un día completo".
Al comparar la funcionalidad de un bovino con la de un biodigestor de desechos orgánicos, el especialista Berra explica que la principal diferencia es que "en periodos invernales el biodigestor necesita energía para alcanzar la temperatura óptima de fermentación, mientras que la vaca, por su propio metabolismo, mantiene 38,5°C de forma continua para hacerlo". Además, continua Berra, "El biodigestor necesita ser cargado y descargado por el personal, y la vaca se alimenta y desecha sola".