Este martes se cumple una semana desde que el gobierno norteamericano decretó el cierre administrativo. Mientras gran parte de la población rechaza esta medida, republicanos y demócratas siguen con indefiniciones en torno a la reforma sanitaria, principal eje de conflicto que provocó el rechazo de la ley presupuestaria. Asimismo, según un sondeo realizado por The Washington Post, el 70% de los ciudadanos norteamericanos desaprueban la manera en que el arco opositor está manejando la cuestión.
Ese índice registra un aumento del 7% de desaprobaciones, con respecto a los números arrojados una semana atrás.
En ese sentido, seguramente también ha influido la posición del Partido Republicano respecto a la otra medida polémica, que tiene como plazo final el próximo 17 de octubre. Se trata de la ley que busca impulsar el presidente Barack Obama para elevar el techo de la deuda.
Especialistas en la materia, e incluso el propio mandatario, aseguraron que un rechazo al incremento del endeudamiento de los Estados Unidos representaría un gran problema para el país, que podría entrar en recesión. Un hecho sin precedentes para la primera economía mundial.
En tanto, el rechazo a la gestión del ala demócrata también incrementó en la última semana, según este sondeo. Con un aumento del 5%, la visión negativa sobre el arco oficialista se elevó al 61 por ciento.
Por su parte, la imagen del presidente Obama en el marco del cierre administrativo cuenta con una aprobación del 45%, mientras que el 51% condena la gestión que está llevando a cabo el mandatario para destrabar el conflicto.
Ante la inflexible postura republicana, el presidente norteamericano se mantiene firme en su posición de no negociar la completa implementación de la Ley de Asistencia Médica. En cambio, el ala republicana se niega a aceptar el gasto público que pretende inyectar la Casa Blanca para seguir adelante con esta reforma.
El otro punto de conflicto, y seguramente el más preocupante para el país, pasa por el incremento del techo de la deuda. Sin esa aprobación, el default sería prácticamente inevitable.
En ese contexto, y ante las posturas inflexibles de ambos partidos, la población norteamericana, en su gran mayoría, rechaza tanto a demócratas como a republicanos sobre su accionar. Y esa tendencia podría seguir creciendo mientras sigan pasando los días y las definiciones no lleguen.