El nuevo canciller de Brasil, Luiz Alberto Figueiredo, ex embajador ante la ONU, es un hábil negociador internacional, experto en temas de desarrollo y medio ambiente y con una larga carrera diplomática.
Figueiredo, de 58 años, ex negociador jefe de la conferencia de la ONU para el desarrollo sustentable Rio+20, que se celebró en Rio de Janeiro el año pasado, reemplazará a Antonio Patriota, de 59 años.
Patriota, que renunció este lunes a su cargo tras una crisis con Bolivia por la fuga de un senador opositor, es un hombre menudo, discreto, disciplinado y poco proclive a dar declaraciones explosivas a la prensa.
La presidente Dilma Rousseff anunció el lunes que aceptó la renuncia de Patriota tras la fuga este fin de semana de un senador opositor boliviano que estuvo 15 meses refugiado en la embajada brasileña en La Paz, en un coche diplomático brasileño, escoltado por militares brasileños, y sin autorización de Bolivia.
Según el diario O Globo, Rousseff recién se enteró de la fuga del senador, que tiene asilo político en Brasil, cuando éste llegó al país.
La presidencia indicó que Patriota ocupará a su vez el puesto de Figueiredo, como nuevo embajador ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York. El diplomático es un férreo defensor de la reforma del Consejo de Seguridad de ese organismo, y busca que Brasil consiga un escaño permanente en él.
Figueiredo, que debe llegar a Brasil este martes, se estrenará en su nuevo cargo el próximo viernes, durante la cumbre de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) en Paramaribo, Surinam. La semana próxima viajará al G20 en Rusia.
Figueiredo es reconocido por haberse dedicado durante las últimas dos décadas a defender la posición de Brasil en conferencias internacionales sobre medio ambiente y desarrollo.
Nacido en Rio de Janeiro el 17 de julio de 1955, abogado y diplomático de carrera, ha trabajado en Chile, Canadá, Estados Unidos y Francia, entre otros países.
Patriota había asumido su cargo de canciller hace poco más de dos años, al inicio del gobierno de Rousseff, en reemplazo del carismático canciller Celso Amorim, que fue la cara de la diplomacia brasileña durante el gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) y formuló las grandes estrategias para dar al país más peso en el escenario internacional.
Como canciller, Patriota pareció encargarse más de seguir los grandes lineamientos diplomáticos del gobierno que de formular nuevas estrategias audaces, como hizo su predecesor, actual ministro de Defensa.