La hibris o hybris es un concepto griego que puede traducirse como "desmesura" y que en la actualidad alude a un orgullo o confianza en sí mismo muy exagerada, especialmente cuando se ostenta poder.
En aquella época, el castigo a la hibris era el castigo de los dioses que tiene como efecto devolver al individuo dentro de los límites que cruzó.
Bien lo expresó el historiador y geógrafo Heródoto en un significativo pasaje: "Puedes observar cómo la divinidad fulmina con susrayos a los seres que sobresalen demasiado, sin permitir que se jacten de su condición...puedes observar también cómo siempre lanza sus dardos desde el cielo contra los mayores edificios y los árboles más altos, pues la divinidad tiende a abatir todo lo que descuella en demasía".
Para saber más sobre esta enfermedad, Infobae consultó al doctor Harry Campos Cervera (MN 43389), médico psiquiatra y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. "El síndrome de Hubris saca su nombre del teatro de la Grecia antigua y aludía particularmente a la gente que robaba escena. Empezó a usarse como trastorno de personalidad al observarse ciertas características en personas que tienen un cargo de poder", definió el especialista, quien aclaró que si bien como tal "no está dentro del manual psiquiátrico, eso no quiere decir que no pueda haber una patología que reúna determinadas particularidades".
"Lo puede padecer cualquier persona que está en el ejercicio del poder" Consultado acerca de cómo se manifiesta, destacó que en este tipo de personas "se observa todo lo que uno puede tener alguien que 'se la cree' con el poder: narcisismo, imagina que lo que piensa es correcto y lo que opinan los demás no, cree que todos los que lo critican son enemigos, etc" y remarcó que estas actitudes "pueden llevar a quien las padece a tomar decisiones erróneas porque la persona pierde la perspectiva de la realidad total y ve sólo lo que quiere ver".
En ese sentido, Campos Cervera subrayó que "lo puede padecer cualquier persona que está en el ejercicio del poder". Y aclaró que si se piensa al síndrome en el marco de la política, "hay que considerar que ya para dedicarse a la política hay que tener cierto rasgo de personalidad narcisista y si a eso se le suma el entorno que se crea en el poder, son pocos los que llegan a una alta esfera de poder que logran escaparle al trastorno".
Acerca de cómo se trata esta patología, Campos Cervera fue contundente: "El tratamiento es hacer un baño de realidad. La forma de mejorar es tratar de no creérsela y mirar la perspectiva global".
Es que el especialista insistió en que se trata de "un trastorno de personalidad transitorio, que tiene síntomas psiquiátricos pero más bien es observable desde lo sociológico dado que se relaciona con el momento que se esté viviendo" y suele revertirse cuando la persona abandona los ámbitos de poder.
Y agregó: "No es una crítica, al contrario, es casi cariñoso decirle a alguien 'bajá un cambio y cuidate' porque esto a lo que lleva es a que la persona que lo padece cuando baje a la realidad tenga un golpe mucho más fuerte".
"Si sólo leés el diario de (Hipólito) Yrigoyen te va a pasar lo que le pasó a Yrigoyen", finalizó el psiquiatra, haciendo alusión al ex presidente de la Nación, cuyos asesores más directos, con el objetivo de no preocupar al mandatario ante una situación que le era desfavorable, hicieron imprimir un diario especial para él, con una imagen de la Argentina que poco y nada tenía que ver con la realidad.