El Ecce Homo, la pintura del pintor español Elías García Martínez, se encontraba muy deteriorado en uno de los muros del Santuario de la Misericordia en la localidad de Borja, Zaragoza.
Pero si bien necesitaba una restauración, nadie había autorizado a Cecilia Jiménez a realizarla. La mujer de ochenta años decidió arreglarla de forma espontánea y sin pedir permiso a nadie.
Cuando notó que la situación "se le había ido de las manos", alertó al responsable del patrimonio cultural del municipio y confesó los daños que había causado.
Lo cierto es que la renovada imagen del Ecce Homo y la historia de su fallida restauración recorrieron el mundo entero y desataron las más variadas burlas, como rebautizarlo "Ecce Mono" o el "Cristo Mono".
Nadie se imaginó que gracias al accidente y a la destrucción de la obra de arte, Borja y su santuario se convertirían en una atracción turística. Más de 40 mil personas de distintas partes del mundo asistieron a la capilla para ver la pintura.
Más allá de los beneficios que generó el boom de turismo para el pueblo, significó un sustantivo aporte para la iglesia local. Desde la restauración, el santuario recaudó más de 50 mil euros en donaciones.