"Se planificó atentar contra López Rega, pero corría riesgo Isabel"

Roberto Perdía, ex número 2 de Montoneros, presentó su nuevo libro. En diálogo con Infobae, habló de Ezeiza, los choques con Perón, el asesinato de Rucci, la pastilla de cianuro y la relación con el kirchnerismo

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 Adrián Escandar 162
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Los años pasan y la historia avanza, pero la década del 70 sigue siendo un imán para las generaciones actuales. Estudios y análisis de una época que marcó a fuego a los argentinos proliferan en las librerías. Pero son pocos las historias contadas por los propios protagonistas.

Es el caso de "Montoneros. El peronismo combatiente en primera persona" (Planeta), escrito por Roberto Cirilo Perdía, ex número dos de esa organización. En diálogo con Infobae, Perdía explicó los motivos que lo llevaron a escribir nuevamente y respondió a todos los temas: Ezeiza, el crimen de Rucci, la disputa con Perón, la contraofensiva y la relación con el kirchnerismo. A continuación, la entrevista.

Usted ya había escrito un libro sobre Montoneros, ¿qué lo llevó a hacerlo nuevamente?

Originalmente mi idea era reeditar "La otra historia", porque muchos compañeros me plantearon que se había agotado hace tiempo. Se publicó y escribió hace 20 años y había que revisar un monton de cosas. Dando vueltas, apareció Alejandro Tarruella, que escribió un libro sobre Montoneros, y me dijo que me podía presentar algunos amigos y apareció la gente de Planeta.

Me pareció interesante volver a publicar, con algunas cosas nuevas. El libro anterior tenía algo del alfonsinismo y (Carlos) Menem, pero muy poco de la actualidad. Se rearmó aquello con cosas del 2001, (Néstor) Kirchner y algunas ideas del futuro. Así surge este libro.

¿Qué lectura hace de lo ocurrido en Ezeiza? (Ese día, el 20 de junio de 1973, se produjo el regreso definitivo de Juan Domingo Péron a la Argentina)

En el tema de Ezeiza, pusimos el eje en un solo tema. Estabamos obsesionados con eso. El famoso diálogo de Perón con su pueblo. Era la costumbre de lo que ocurría en Plaza de Mayo históricamente. A través de las consignas del pueblo y luego la respuesta de Perón. Nuestra idea era que después de 18 años de exilio y resistencia, el encuentro de ese pueblo con su líder iba a marcar el futuro y pusimos todo el eje en eso, en la movilización.

Días antes nos enteramos que se estaban preparando algunas cosas. De hecho conocíamos la comisión organizadora, absolutamente hegemonizada por los sectores ligados a López Rega y Osinde. La última noche supimos que estaban armados para tomar el palco y demás. Pero no teníamos ninguna capacidad de respuesta, porque hacerlo por la vía armada era obviamente atentar contra el regreso de Perón, y un enfrentamiento armado era un escándalo. Por eso apostamos a eso de los cientos de miles de personas y su relación con Perón. No imaginamos que fueran capaces de una acción como la que se hizo.

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¿Los sorprendió el discurso posterior de Perón?

Ese día se da un fenómeno de inflexión, de deterioro. El discurso de Perón nos sorprendió, porque había pegado un giro. Ya no era el Perón de la "juventud maravillosa", sino era el Perón que reivindicaba a los aspectos burocráticos del peronismo. Fue un retroceso y una crítica hacia nosotros.

En el libro usted dice que la decisión de asesinar a Rucci no fue de la conducción de Montoneros, pero no descarta que miembros de la organización hayan actuado "inducidos por alguien". ¿A qué se refiere con esto?

Cada vez que avanzamos en el diálogo con sectores sindicales, para evitar un enfrentamiento abierto, de un lado o del otro se producían problemas. Los servicios de inteligencia, el propio interés de los EEUU y el poder económico actuaban para romper aquello. No descarto que puede haber algo de aquello.


Recientemente se reabrió la causa judicial que investiga el crimen, ¿qué opina al respecto?

No hay delito de lesa humanidad ni nada que se le parezca. No había una acción estatal ni mucho menos. De todas maneras eso está sujeto a la correlación de fuerzas internas y estoy seguro que hay sectores que tienen voluntad de continuarlo. Todo ello sin negar ni la responsabilidad que tuvo Rucci en Ezeiza ni nuestros enfrentamientos con Rucci. Sin embargo, no hubo ninguna decisión ni promoción del mismo.

¿Qué lectura hace del enfrentamiento con Perón?

Visto desde ahora está claro que no pudimos bajar los decibeles de la confrontación, que teníamos que haberlo bajado. Inclusive lo intentamos con "el cerco" de Perón, que era un invento, para no hacer directa la confrontación con él. Pero Perón sí trataba de hacerla directiva.

      

¿Perón sabía de la Triple A? ¿La alentó?

Más que alentar, la dejó hacer. La prueba está en la cantidad de hechos producidos por la Triple A hasta la muerte de Perón, que son pocos. Estos se multiplican después de la muerte de Perón. Difícilmente no supiera que se estaba armando algo. Si lo sabía, no ayudó a que se desarrollara. Sabía de donde venía y ciertas cosas las dejó hacer.

¿Estudiaron atentar contra López Rega?

Si, lo estudiamos. Pero hubo una votación interna que aprobó no ejecutarlo si corría riesgo Isabel. Porque estaba involucrada la Presidente y además era la mujer de Perón. Lopez Rega siempre se movía muy pegado a Isabel. Se planificó pero no queríamos que corriera ningún riesgo la señora.

La conducción de Montoneros fue cuestionada por su salida del país durante la dictadura ¿Qué puede decir sobre eso?

En el segundo semestre de 1976 se decidió que saliera del país la conducción de Montoneros, de los frentes de masas, los compañeros históricos del movimiento peronista y de Montoneros que pudieran guardar la memoria histórica. Se mantuvo en el país la resistencia. Nosotros fuimos entrando y saliendo del país. Yo mismo estuve clandestino en 1982 y 1983.

De 13 compañeros de la conducción, 10 fueron desaparecidos o muertos en la dictadura. Ese porcentaje no se correspondió al resto de las fuerzas. Pese a lo que se dice que mandamos al muere a los "perejiles", la conducción puso su cuota de sangre. "Perejiles" lo digo entre comillas, porque es una falta de respeto a los compañeros que dieron la vida.

      

Usted y Fernando Vaca Narvaja se lograron reinsertar en política, pero Firmenich sigue "demonizado" ¿Por qué?

Porque Firmenich es el símbolo mayor de Montoneros. Se concentró en él esa demonización. Tengo relación con los dos y seguimos en contacto.

Otras críticas están vinculadas a la denominada contraofensiva ¿sigue pensando que fue una decisión acertada?

La contraofensiva existió como movimiento popular. El avance de esa lucha popular, era la lucha del pueblo, que repite un hecho histórico. Las dictaduras se instalaban, con más o menos violencia, pero de alguna manera, el pueblo comenzaba a recuperar fuerza con el paso del tiempo. Recuperar terreno de todo tipo, social, económico. Esa es la contraofensiva. A ese movimiento nos sumamos, con los hechos que se produjeron.

Dentro de eso cometemos errores, el error fundamental y donde están la mayor parte de compañeros que perdieron la vida es el aspecto político. Planteamos tres frentes de acción, el político, el militar y el propagandístico. De los tres, en el que hubo bajas importantes es en el político, con un 80%.

Se venía al país a restablecer vínculos con las nuevas formas de organización política. Ahí estaba la presencia del enemigo con fuerza. No digo que los denunciaron o delataron. Pero el enemigo tenía sus redes instaladas.

Ese es el error, que viene de no haber comprendido cabalmente el nivel de penetración que tenía el enemigo en la cultura de ese momento, en la situación anímica del pueblo, en ese terror, que pensamos que era menor.

      

Yendo a la actualidad, ¿tuvieron relación con el kirchnerismo?

Nos vinculamos en las primeras semanas (mayo de 2003) a través de una organización que aún integro, la Organización Libres del Pueblo (OLP). Para sumar fuerzas y acompañar. Pocas semanas después empezamos a encontrar "peros" en las negociaciones y luego nos detienen (se refiere a la causa que llevó adelante el juez Claudio Bonadio por la desaparición de miembros de Montoneros en la contraofensiva). Eso paso en agosto, fue todo vertiginoso.

Cuando recupero la libertad, después de un par de meses, le planteo a algunos amigos en común un encuentro con alguien cercano a Néstor Kirchner que él dispusiera. Y se produjo una reunión con (Oscar) Parrilli.

No acordamos hacia donde iba el gobierno. Planteamos la oportunidad de un modelo de inclusión social en serio. Con una estructura paralela de economía social, a lo orgánico. Nos dijeron que no y a partir de allí nos distanciamos del Gobierno, que tenía una política asistencialista.

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Algunos sectores califican al Gobierno como "montonero" ¿Qué opina?

Creo que el Gobierno tiene un discurso con algunas reivindicaciones que tienen que ver con la historia montonera, pero que en la práctica no lo es. El modelo está muy centrado en el tema del extractivismo. Está basado en un modelo agro exportador. Ahora incorporó el tema minero.

El tema de la soja, que lleva a una especie de mono cultivo. Asesinatos de los Qom, problemas con movimientos campesiones, pueblos originarios. El modelo sojero es un modelo que impulsa la concentración de la tierra, agricultura sin agricultores. Por eso, este Gobierno no tiene nada de montonero.

¿Tuvo miedo a morir?

Siempre. Se convive con una idea superadora. El que dice que no tiene miedo no da cuenta de su propia realidad. Todos los días, en épocas de clandestinidad, la muerte está a la vuelta de la esquina.

El tema de la pastilla de cianuro es difícil de explicar ahora. El enemigo lo previó, haciendo lavajes de estómago, para destrozarnos anímica y espiritualmente en la tortura.

El resto de los compañeros veían la pastilla (que usaba la conducción) como un privilegio y por eso se generalizó. Un montón de compañeros lo hicieron y en casos críticos la ingirieron. Urondo fue uno de ellos. Era el último rasgo de dignidad que quedaba en ese momento.


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