En el transcurso de los últimos años, los smartphones han llegado a incorporar funcionalidades impensadas para dispositivos originalmente concebidos para hacer llamados. Este objetivo básico fue ampliamente superado y hoy los teléfonos inteligentes centralizan una enorme cantidad de tareas y las empresas compiten para ofrecer, cada vez más, nuevas opciones.
Sin embargo, un nuevo campo de batalla parece ir perfilándose entre las compañías del rubro: la de los accesorios inteligentes, aquellos pequeños dispositivos que pueden llevarse puestos en el cuerpo. El segmento es aún incipiente, con dispositivos como Nike+ Fuel Band o el smartwatch Pebble, por ejemplo.
Google Glass, las gafas de realidad aumentada de Google, quizás sean hoy la estrella más visible de ese conjunto de productos, a pesar de ser aún un prototipo que no llegó al mercado y que están aún, en forma de prototipo, en manos de desarrolladores.
Glass es un dispositivo real, con funcionamiento real y, no obstante, parece a la vez retener un aura de artefacto futurista, conjeturado por visionarios de siglos pasados para el lejano año 2000. Así, con esa mezcla de tecnología y "futurismo", las gafas lograron captar la atención no solo de los amantes de los gadgets, sino también de muchos curiosos.
Como explicó Maximiliano Firtman, desarrollador y autor de varios libros de programación, en una charla en la Universidad de Palermo, Glass implica un cambio de arquitectura, pero también de pensamiento: "No es que tengo una página web y la pongo en Glass o tengo una aplicación mobile y la pongo acá. Hay que pensar en algo específico para esto y hay que entender primero qué es, cómo funciona y qué tipo de dispositivo es", señaló.
Firtman es parte del programa Explorer de Google, cuyos 2.000 miembros fueron los primeros en acceder al prototipo de Glass y también los primeros en hacerse una idea de cómo es utilizar el equipo.
Google Glass, en primera persona
"Lo usé 15 días en las calles de San Francisco. Acá lo uso en el auto o en la oficina, no lo uso en la calle", explicó y dijo: "Los que no saben qué es piensan que tengo una discapacidad", aunque señaló que en la ciudad californiana, "la mayoría sabía qué era y la reacción fue muy buena", ya que los curiosos se acercaban a preguntarle por el dispositivo.
Desde el momento en que las gafas, sin vidrios, se acomodan sobre el rostro, queda claro que usar Glass es una experiencia de uso bien distinta respecto de la que brinda la mayoría de los nuevos dispositivos tecnológicos y a la que es necesario adaptarse.
El dispositivo cuenta con una pequeña pantalla que se ubica sobre el ojo, sin obstruir la visión, por lo que es necesario que quien los lleva mire hacia arriba para ver lo que sucede en el display. Glass se ajusta a la anatomía del usuario y, si bien puede resultar inicialmente extraño, no es incómodo o difícil de llevar.
El dispositivo proyecta la información o el contenido en "tarjetas", al estilo Google Now, que se muestran por sobre la línea de visión: así aparece en la minúscula pantalla, por ejemplo, un recuadro con el clima de determinada ciudad o el tiempo de viaje hacia una locación.
Glass también se trata de aprender un nuevo modo de interacción. Así como se fueron incorporando los gestos táctiles para los smartphones, también se deben aprender determinados comandos de voz ("ok, Glass, take a picture" [ok, Glass, toma una foto], por ejemplo) y gestualidades específicas, que incluyen hasta llevar hacia atrás la cabeza como una de las formas para encenderlo. Los gestos táctiles se realizan sobre un panel táctil, más ancho que las patillas de las gafas regulares, ubicado en el lateral del dispositivo.
El software de Glass está creado sobre la base del concepto de línea de tiempo, dividida en pasado, presente y futuro; el pasaje de una "zona" a otra se maneja mediante gestos táctiles. En el pasado se acumulan las notificaciones que le llegan al usuario (que no lo interrumpen al llegar y se guardan para que puedan consultarse después), así como archivos que haya recibido; el presente comprende lo que pasa ahora, como la temperatura actual. En el futuro, por ejemplo, podría encontrarse el mapa con la ruta para llegar a un restaurant donde se reservó una mesa para el fin de semana próximo.
Asimismo, se le puede dar a Glass un permiso especial para que registre la ubicación geográfica del dispositivo de forma constante (hoy es cada 10 minutos) y así pueda enviar información contextualmente relevante para el usuario. Así, por ejemplo, el usuario puede buscar información y recomendaciones sobre lugares en las inmediaciones.
Presente y futuro de Glass
Hoy, las opciones de Glass todavía resultan limitadas, por tratarse de un prototipo: el dispositivo se conecta a internet por Wi-Fi o tomando el 3G del teléfono por Bluetooth y permite hacer búsquedas por voz en Google, usar mapas, recibir algunos mails y tomar y compartir imágenes y video, pero no incluye navegación web y tiene, por el momento, solo un puñado de apps disponibles.
En este sentido, Firtman resaltó que el dispositivo no reemplaza al smartphone, ya que no tiene todas sus capacidades, y lo calificó, por ahora, como un "acompañante" del teléfono, ya que puede estar conectado a él para complementar y completar determinadas tareas.
Sin embargo, le ve "mucha potencialidad" una vez que se solucionen problemas clave como el de la batería, que dura tan solo cuatro horas (aunque se carga en aproximadamente 20 minutos), aunque por el momento, según dijo, el proyecto "está muy verde".
Asimismo, vaticinó que el futuro de Glass, su uso cotidiano, depende sobre todo de los usuarios comunes y de la recepción que tenga entre ellos. "No se sabe realmente qué va a pasar. Si esto es el futuro o no, no lo sé: eso va a depender de los usuarios 'no geeks'".