Videla era el último de los dictadores argentinos que se encontraba con vida. Jefe de la Junta Militar que derrocó a la viuda del ex presidente Juan Domingo Perón, Isabel Perón, el 24 de marzo de 1976, controló los hilos del poder hasta 1981.
Con su muerte, ya no quedan sobrevivientes de la primera Junta Militar, integrada, además, por el comandante Orlando Ramón Agosti, muerto en 1997, y el almirante Emilio Eduardo Massera, fallecido en 2010.
En 1981 cedió el poder a Roberto Eduardo Viola. En 1983 la dictadura se desmoronaría tras la derrota en la guerra por las Islas Malvinas contra el Reino Unido. El responsable del traspaso a la democracia fue el general Reynaldo Benito Antonio Bignone, en el poder entre el 1 de julio de 1982 y el 10 de diciembre de 1983.
Bignone es el único de los altos jefes militares de entonces que sigue vivo. En 2011 fue condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad.
En el momento de su muerte, Videla se encontraba en el penal de Marcos Paz, en el oeste de la ciudad de Buenos Aires. Cumplía allí 50 años de prisión por la sustracción sistemática de los bebés nacidos durante el cautiverio de sus madres.
La última aparición pública del militar fue el 14 de mayo, ante el Tribunal Oral de Buenos Aires. Se negó a contestar preguntas, pero hizo uso de la palabra.
Videla nunca se arrepintió de su papel durante los años de plomo, y en su última etapa, se encargó de difundir sus ataques contra la gestión de la actual presidente Cristina Fernández de Kirchner. En sus alocuciones llegó a decir incluso que los civiles debían armarse para derrocar al actual Gobierno.
"Un terrorista no es sólo alguien con un revólver o una bomba, sino también aquel que propaga ideas contrarias a la civilización occidental y cristiana”.
(Declaraciones públicas, 4 de enero de 1978)
"Queremos garantizar la Paz en toda la república, para ello acabaremos con la subversión"
(Diario Clarín, 30 de Marzo de 1976)
“No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina no se hubiera aguantado los fusilamientos: ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta cinco mil. No había otra manera. Todos estuvimos de acuerdo en esto. Y el que no estuvo de acuerdo se fue. ¿Dar a conocer dónde están los restos? ¿Pero qué es lo que podemos señalar? ¿En el mar, el Río de la Plata, el riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo”.
(Declaración de Videla del libro El dictador, de María Seoane y Vicente Muleiro)