En 2008, el todavía cardenal Jorge Bergoglio pidió a los fieles argentinos que salieran a "timbrear" -neologismo que alude a una práctica frecuente entre ciertas corrientes evangélicas-, casi anticipando el desafío que el catolicismo debe enfrentar en una región considerada "naturalmente" católica, pero que ha sido escenario en las últimas décadas de un auge de otros cultos.
En Latinoamérica vive la mitad del total de 1.200 millones de católicos que hay en el mundo. Sin embargo, la tendencia, en términos proporcionales, es declinante.
El caso de Brasil, la nación que alberga el mayor número de fieles de esta religión en el mundo, unos 123 millones, es ilustrativo. De acuerdo al censo de 2010, un 65% de la población es católica. Una clara mayoría, pero una cifra alarmante si se considera que, en 1970, los católicos representaban el 90 % del total de brasileños. Los evangélicos ya constituyen el 22,2 %, la quinta parte. Para medir su grado de influencia en la sociedad brasileña, baste recordar que Lula llegó a la presidencia en 2002 en buena parte gracias a su alianza con el pentecostalismo.
Lo cierto es que en las últimas décadas
- así llamados para diferenciarlos de las iglesias protestantes tradicionales (
) que, dicho sea de paso, también sufren una sangría de fieles hacia estas nuevas corrientes.
El fenómeno no es sólo brasileño. ¿Qué latinoamericano no fue abordado alguna vez –en la calle o en su casa- por un representante de estos cultos de activo y agresivo proselitismo, sobre todo en contraste con el inmovilismo de muchas iglesias católicas que, contra lo que pidió el ahora Papa Francisco, no salen al encuentro de la gente?
Para profundizar en este fenómeno de la expansión pentecostal y sus causas, Infobae dialogó con César Ceriani Cernadas, doctor en Antropología e Investigador del Conicet, quien ha dedicado años al estudio de esta problemática y, en particular, a la difusión de estos cultos entre los pueblos indígenas del noreste argentino.
¿La expansión del pentecostalismo es el principal desafío para la Iglesia católica en América Latina?
Es sin duda el más importante. El crecimiento pentecostal fue muy fuerte en las décadas del 70,80 y 90. El cambio fue muy patente, no sólo en las grandes urbes, sino también en el contexto rural, campesino e indígena, de toda América Latina. Caminando por cualquier ciudad o pueblo latinoamericano se ve cómo han crecido estas iglesias.
¿Cómo ha respondido a esto la Iglesia Católica?
Bueno, si bien el Concilio Vaticano II fue muy renovador para la Iglesia, hubo otro movimiento muy fuerte que sí estuvo claramente vinculado al fenómeno evangélico, el de la renovación carismática o pentecostalismo católico, como también se lo llama. Es un movimiento de sanidad, un tipo de práctica o de experiencia religiosa muy cercano al pentecostalismo; de hecho, una estrategia para que no se fuesen a las iglesias pentecostales aquellos fieles que estaban buscando una experiencia más corporal, sensitiva, una relación más directa con la divinidad, la posibilidad de acceder a los llamados "dones" del Espíritu Santo. En síntesis, una corriente bastante similar al pentecostalismo pero con diferencias importantes también, como la devoción a la Virgen María, central en todo el catolicismo, y muy fuerte en América Latina, y en especial entre los carismáticos, y la fidelidad a una autoridad sacerdotal y a un régimen sacramental.
¿Sigue vigente este movimiento?
La segunda mitad de la década del 90 y los comienzos del milenio fueron de mucho crecimiento carismático, tal vez en Argentina menos que en Brasil. Y, aunque en el segundo lustro del nuevo milenio se enfrió un poco, no así en Brasil, donde el movimiento carismático es muy fuerte. Está el caso de Marcelo Rossi, un cura y famoso cantante, cuyas misas son multitudinarias.
¿Cuánto debería preocupar entonces el pentecostalismo a la Iglesia Católica?
El desafío es que no siga convirtiéndose al pentecostalismo gente culturalmente nacida en el catolicismo. Aunque al inicio el pentecostalismo fue un movimiento de conversión interna de protestantes -como si un católico se hiciese carismático- empezó luego a quitarle fieles a la Iglesia Católica. Por lo tanto, es un tema importante en la agenda papal. De todas maneras, lo más importante es la legitimidad de la Iglesia como institución, los abusos, la cuestión financiera y su contribución a que el mundo esté mejor. La Iglesia Católica está sin duda en un momento muy crítico, en el que tiene que barajar y dar de nuevo.
¿Por qué progresan tanto las Iglesias neo-evangélicas?
Porque recrean espacios de sociabilidad, refuerzan identidades colectivas o personales. Y, desde el punto de vista espiritual, plantean una comunión más directa con la potencia sobrenatural, el Espíritu Santo, Dios. Es una forma de religiosidad organizada en congregaciones donde se conocen todos, donde se pide a los miembros un compromiso más fuerte: participación en ministerios, lecturas bíblicas o las llamadas sociedades femeninas.
¿Hay un recorte social en este fenómeno?
Históricamente ha tenido una presencia más fuerte en sectores subalternos en la sociedad, marginales, postergados, en los cuales recrea un sentido de confianza personal y colectiva. Es el caso de los indígenas, que tenían hasta hace un tiempo al menos –eso está cambiando- discursos muy auto censurantes sobre la propia cultura. De indios "borrachos y vagos", pasan, por su conversión al Evangelio, a hacer las cosas bien, trabajar… Es el discurso pentecostal clásico: antes yo era un drogadicto, marginal, robaba, ahora que soy evangélico, cambié, etcétera. Por otra parte, hablar en lenguas, entrar en trance y hasta caer al piso constituye una forma no burguesa de relacionarse con el cuerpo; eso fue rechazado por muchas iglesias –me refiero al protestantismo tradicional- que son muy puritanas, formales, de culto despojado, en las que lo que más vale es la palabra, la Biblia, la predicación. Son muy racionales, su propósito es estudiar la palabra de Dios, pensar; no la emoción, que es la clave de la experiencia pentecostal. La emoción es mucho más universal, más atrapante.
Y políticamente ¿cómo se ubica el pentecostalismo?
No es un fenómeno progresista. Más bien lo contrario. Aunque hay heterogeneidad, y abarcan un campo muy amplio, no están entre los sectores progresistas del protestantismo. Por lo general, han estado más ligados a la derecha cristiana.
¿Puede la elección de un Papa latinoamericano revertir esta fuga de fieles hacia las iglesias pentecostales?
Cuidado, que actualmente ese fenómeno no es tan fuerte. En los 70, 80 y 90, creció mucho esta corriente pero algunos estudiosos aseguran ahora que hay un estancamiento en términos de conversión (ver más abajo: ¿Un fenómeno en regresión?).
Para los pentecostales ellos, ¿salud y prosperidad son señales de que se está en Gracia con Dios? ¿Y viceversa?
El evangelio de la prosperidad tiene su asiento en las corrientes más neopentecostales, como la del pastor Giménez, o la Iglesia Universal del Reino de Dios (1). Es parte del protestantismo, ya lo dijo Max Weber en
. Si soy fiel a Dios, si hago las cosas que considero que Dios espera de mí, para la Iglesia, para mis congéneres, como ciudadano, padre de familia, miembro de la congregación y recibo las bendiciones, palabra que usan mucho, bueno, eso es un indicador de la Gracia divina.
¿Llegan al extremo de ver la enfermedad o la pobreza como signos de que uno no está en la gracia de Dios?
Puede ser. En la Iglesia Universal del Reino de Dios eso es más común, porque hay un juego maniqueo, una guerra espiritual de Dios y el Diablo y cualquier cosa que no esté en el bando de Dios, como la enfermedad o la falta de dinero, es obra del Diablo. En otras iglesias, como los Mormones, que no son pentecostales, también hay una creencia muy fuerte de que Dios da bendiciones y de que entre ellas está la riqueza material y la mejor prueba de eso es su propia iglesia, los millones y millones de dólares que manejan. Ellos mismos lo dicen: Dios está con nosotros, y eso se ve en la prosperidad de nuestra Iglesia. Ese discurso choca a veces con el contexto latinoamericano, donde tener un trabajo y mantenerlo puede ser muy difícil.
¿Hay rigor en la formación de los pastores neopentecostales? A veces da la impresión de que son improvisados…
Tienen el Instituto Bíblico del Río de la Plata, creado en el año 54, donde se forman los pastores de las iglesias pentecostales más antiguamente establecidas, como la Asamblea de Dios. Pero muchos son autodidactas; en las iglesias indígenas, el 90 %, aunque eso está cambiando. De todos modos son iglesias en las que el carisma del pastor juega un gran papel. Y una de las claves de su crecimiento es esta posibilidad de apropiarse de los contenidos religiosos, de acuerdo a una que otra enseñanza, leer la Biblia, predicar y creer en la sanación y en el poder de Dios. Hay mucha heterogeneidad, pero sin duda eso ha sido una de las claves de su crecimiento. En el pentecostalismo es muy fuerte la tendencia a la escisión. Si uno se pelea con el pastor, puede irse y crear su propia congregación. El acceso directo a la divinidad ha sido fuente de rupturas. Al ser congregacional (2) y no tener estructuras mayores, tiende al divisionismo y, al separarse, tiende a la heterogeneidad, naturalmente. Por eso la Iglesia Universal del Reino de Dios, una organización ultra vertical, es una excepción.
¿Un fenómeno en regresión?
Es un hecho que el cristianismo declina en el primer mundo pero crece en la periferia, América Latina, Asia y África. Ahora bien, este crecimiento se debe especialmente a la expansión del evangelismo y en particular de sus corrientes pentecostales.
Un interesante artículo del sociólogo Daniel Míguez, publicado en junio de 2012 en la Revista Cultura y Religión (3), postula al pentecostalismo como una respuesta a la búsqueda de "contextos que permitieran reafirmar el sistema tradicional de valores y expectativas", por parte de personas afectadas por el proceso de deterioro social, empobrecimiento y crecimiento de la desigualdad que conoció la Argentina a fines del siglo XX. "El pentecostalismo provee un recurso de construcción de sentido que antes era provisto en una proporción mayor por la actividad en el contexto del trabajo y la educación", explica.
Este fenómeno, dice Míguez, se dio especialmente "en la primera generación de pobres estructurales", como reacción a la "desnaturalización de las pautas culturales tradicionales", en un tiempo en el cual "la condición 'tácita' del trabajo, la educación y la familia como ejes ordenadores de las trayectorias personales y colectivas sufrieron una fuerte relativización".
Esto explicaría la expansión del pentecostalismo en nuestro país durante los 80 y primera parte de los 90, a la vez que su relativo estancamiento en la segunda mitad de los 90. La tendencia a la declinación del pentecostalismo es notoria desde el 2000, asegura el informe.
"Nuestra hipótesis –escribe Míguez- de por qué el pentecostalismo argentino dejó de crecer e incluso se debilitó a partir de mitades de los años '90 se relaciona con los efectos de un proceso de pauperización prolongada". Es por ello que, agrega, "en la segunda y tercera generación de personas afectadas por estas transformaciones se produjo una mayor diversificación de alternativas."
Entre ellas, "las
de personajes seculares (cantantes o bandidos rurales y urbanos) se hicieron más ubicuas y cobraron cierta notoriedad. (…) La capacidad de estas tradiciones de
y así desafiar las visiones dualistas que se inscriben en la
hicieron atractivas a estas nuevas opciones religiosas".
Declinante o no, Míguez explica que el éxito del pentecostalismo en estos términos: "La vida comunitaria pentecostal y el plan sagrado que ésta se trazaba y perseguía permitía inscribir la trayectoria personal en una colectiva y plena de sentido: cada meta personal era parte de un plan divino que involucraba a todos los fieles y que tenía el propósito histórico de provocar el advenimiento del 'reino celestial'".
El seminarista José Luis Sarasua dijo hace ya unos años al diario El País de España que la principal causa de la deserción de católicos hacia otras denominaciones religiosas era "el clericalismo, el abandono pastoral como consecuencia de un clero insuficiente y dedicado a una actividad meramente sacramental".
A eso hacía referencia el Papa Francisco cuando en la Semana Santa pasada pidió "pastores con olor a oveja".
"La experiencia de la pobreza, dice Míguez, es más compleja que la mera escasez de recursos materiales. La condición de careciente está articulada a la
, al socavamiento de la
, a la
que generan muchas veces actitudes o predisposiciones (al alcoholismo, a la violencia, etc) que se suman y agravan la carencia material".
En conclusión, si bien la competencia de otras propuestas religiosas representa un desafío para la Iglesia Católica, la principal interpelación a esta Institución –como para toda la dirigencia política- es la del "escándalo" de la pobreza y la desigualdad y la crisis y anomia social que acarrea; un drama frente al cual otros cultos –muchos de ellos de excesiva heterodoxia respecto a la doctrina evangélica, cuando no casi contrarios a ella- han brindado una mayor respuesta y contención que el catolicismo y el protestantismo tradicional. Es el vacío que habrá que llenar.
Notas
(1) En 1977, el brasileño Edir Macedo –ex empleado de la Lotería de Río- funda la Iglesia Universal del Reino de Dios, emanación de las Asambleas de Dios, potente Iglesia neoprotestante de EEUU. Hoy tiene la estructura de una multinacional, 7.000 lugares de culto, filiales en 20 países, canal de TV propio y varias publicaciones. "Teología de la Prosperidad" es el best seller en el cual el "obispo" Macedo critica la opción católica por los pobres. Jesús, dice, no era el hombre harapiento, indigente y pasivo que predica la Iglesia Católica, sino un héroe positivo, guerrero, que no rechazaba honores ni riquezas.
(2) Congregacionalismo: movimiento que postula que cada congregación tiene el derecho de gobernarse por sí misma, de modo totalmente independiente.
Revista Cultura y Religión. Vol VI, nº1 (junio de 2012). Canonizaciones y moralidades en contextos de pobreza urbana. Las lógicas del orden y la transgresión en la Argentina de fines del siglo XX, por Daniel Míguez