Siempre filoso y con el estilo polémico que lo caracteriza, Juan José Sebreli visitó Infobae junto a Carolina Azzi y Pablo Racioppi, los directores y productores del film que se presenta este sábado en el BAFICI y que repasa la historia reciente de la Argentina, prometiendo ser uno de los documentales de fuerte contenido político más importantes de los últimos tiempos.
-¿Qué expectativas tiene para el estreno de El olimpo vacío?
El público se va a encontrar con una película distinta a las argentinas, es algo completamente diferente y se van a llevar una sorpresa, para muchos desagradable por el lado político, pero seguro no se van a aburrir. Mucha gente joven va a aprender cosas que desconocía. La película tiene un muy buen trabajo de archivo. Hay escenas que van a impactar, con películas olvidadas o escenas desechadas de los archivos de televisión. Eso va a llamar mucho la atención, aun para los que no van a estar de acuerdo con la tesis del documental.
-¿De dónde surge esta vocación desmitificadora que muestra en la película?
Cuando era adolescente estaba fascinado con las estrellas de cine y conocí a Evita como actriz de radio. Me impresionó el folletín de la chica fracasada que adquirió poder, como Cenicienta. Eso me llevó a estudiarla y luego me di cuenta de que había reglas generales de los mitos, que tenían siempre algo en común: las infancias desdichadas, el ascenso vertiginoso, el reivindicar el pasado de pobreza pero al mismo tiempo desde una situación de poder.
Hay que desmitificar a los íconos y a los ídolos políticos. Eso no es positivo para un sistema democrático donde no hay que exaltar a las figuras y a los líderes carismáticos, sino que hay que defender una sociedad igualitaria donde todos sean responsables de sí mismos y no estén esperando la salvación de un líder.
-¿Cómo ve al país hoy?
Mi ánimo es pesimista en el corto plazo, no porque crea que el kirchnerismo se va a perpetuar en el poder, eso posiblemente no pase. Mi mayor pesimismo es porque no veo realmente una alternativa más o menos lúcida en la oposición. Apoyaré a alguien como siempre hago: eligiendo el mal menor, pero no me identifico con ninguno de los movimientos, tal vez con alguna personalidad suelta, pero nada más. El sistema de partidos está quebrado y va a tardar mucho en rehacerse.
-¿Qué le parece el comportamiento solidario que tuvo el pueblo argentino ayudando a los damnificados por las inundaciones?
Acá no hay otra perspectiva más que la de la propia sociedad civil, porque el Estado está ausente completamente. Eso se evidenció más que nunca con las inundaciones. El Estado es prácticamente inexistente, pero sí existe para los negocios y para acrecentar su poder: su único objetivo es perpetuarse y hacer negocios.
El Estado debe existir para las tareas más elementales, como la seguridad, que no hay; la salud, que es mala; la educación, que también es mala; la creación de una infraestructura, que, como se ha visto muy bien en la catástrofe de Once y en la de la semana pasada, tampoco existe. Entonces, el Estado no está para las cosas que son realmente elementales: se usa para el robo y para el saqueo pero no para las funciones que realmente le corresponden.
-¿Qué opina de una eventual reforma constitucional que permita a la Presidente ir a elecciones para un tercer mandato consecutivo?
Si logran reformarla, sería terrible. Lo veo difícil, pero aunque no lo logren van a hacer todos los intentos: la consigna es "vamos por todo". Harán algo por fuera de la Constitución porque hay otros métodos: si tienen mayoría en el Congreso, pueden saltearla y perpetuarse en el poder, lo cual sería realmente terrible porque es muy difícil sacarse a una dictadura de encima, ¿cuántos años duró el chavismo y el castrismo?
Cuando se tiene el poder y no se aspira a otra cosa más, es muy difícil sacarse de encima a un Estado autoritario. Toda la Administración Pública, casi sin excepción, está en manos de La Cámpora. Cualquier gobierno democrático tiene que cambiar todo y eso es dificilísimo. ¿Quién lo va a hacer? ¿Scioli? Ni por asomo, ni se nos ocurre. Hay que hacer un cambio radical porque todo se ha destruido tanto que tiene que ser un gobierno con mucho poder y voluntad. Y yo no veo que en los opositores haya esa personalidad, ni la fuerza, ni el poder, ni la posibilidad... ni siquiera la chance.
El Congreso está en manos del Gobierno y el Poder Judicial se está destruyendo. Los medios de comunicación han quedado muy pequeñitos, cada vez hay menos canales y periódicos independientes. En eso es exactamente igual al peronismo histórico: La Prensa era el Clarín de la década del 50 y Perón no vaciló en expropiarlo.