Si hay algo que la caracteriza a Máxima Zorreguieta, es su alegre sonrisa. Pero no todo es felicidad ni siquiera para una princesa. Como cualquier mortal, ella también sufrió crisis durante su relación con el príncipe Guillermo Alejandro.
Fue cuando Emily Bremers, una azafata con la que su marido había estado de novio durante cuatro años, reapareció como un fantasma en sus vidas.
La prensa había fotografiado a su esposo con su ex y las imágenes llegaron a manos de Máxima, quien le dejó en claro, en todos los idiomas posibles, que no volviera a exponerla a semejante situación.
Máxima y el príncipe aún no estaban casados. Ella se fue a descansar junto a su familia a la Argentina para tomar distancia de la situación. Pero el príncipe no aguantó estar lejos de su novia y viajó hasta la Patagonia para reconquistarla. Además de regalarle ramos de flores cada día, el heredero le entregó un anillo de diamantes para Navidad y celebrar la reconciliación.
Si bien Máxima no quería que Bremers siquiera se asomara por el palacio, con el tiempo ella misma comenzó a incorporarla en las reuniones íntimas de la realeza. Hasta la invitó a la celebración de su cumpleaños 40, para sorpresa de algunos.
Hija de un dentista holandés, la relación entre la joven azafata y el joven Guillermo no había prosperado dado que la reina Beatriz no la aceptaba. Es que distintos sectores políticos denunciaron al padre de la joven por no pagar los impuestos holandeses.
Pero aquella vez no fue la única en la que Máxima tuvo que ponerle los puntos a su pareja. La segunda ocasión fue cuando la princesa viajó a la Argentina junto a la pequeña Catharina Amalia para visitar a su familia. En ese momento, su marido se trasladaba hacia Atenas para desempeñar su rol como miembro del Comité Olímpico Internacional. Allí lo fotografiaron demasiado afectuoso con la nadadora Brujin tras ganar en la competencia.
Una vez más, la plebeya argentina ubicó a su esposo en su lugar.
Es famoso el fanatismo del príncipe por los deportes. En los juegos de Atlanta 96 fue rescatado de un bar donde brindaba con el equipo femenino de hockey de Holanda tras ganar un partido.