La iniciativa consistió en una peregrinación de dos columnas que salieron del santuario de San Cayetano, en Liniers, y de Plaza Miserere, en Once, para converger en la basílica de San José de Flores, templo donde un adolescente Bergoglio abrazó la vocación sacerdotal.
A lo largo del trayecto por la avenida Rivadavia, seminaristas, religiosas, sacerdotes, obispos auxiliares y numerosos fieles, bendijeron a la gente a su paso e ingresaron en los negocios para entregar ramas de olivo y estampas con la imagen del pontífice argentino.
Antes de la misa, un grupo que participó de la procesión no dejaba de gritar: "Papa, Francisco, te quiere todo el mundo", mientras agitaba banderas argentinas y papales.
La celebración eucarística fue presidida por el administrador arquidiocesano, monseñor Joaquín Sucunza, a cargo interinamente del gobierno pastoral de la jurisdicción eclesiástica hasta que el Papa nombre a su propio sucesor.
Sucunza exhortó a "poner, como nos decía nuestro ahora Papa, toda la carne al asador, ponernos en serio en un camino nuevo".
El obispo reconoció que el tiempo litúrgico de la Cuaresma, que termina, fue especial por la renuncia de Benedicto XVI al pontificado, "que nos dio una sorpresa" aquel 11 de febrero, y por lo que "nos produjo la elección del Papa".
Según relató en varias oportunidades Bergoglio, a sus 17 años, durante una misa celebrada un 21 de septiembre en la iglesia San José, tomó la decisión de ser sacerdote.
Los habitantes del barrio y sus viejos conocidos recordaron en los últimos días, desde que fue electo Papa el 13 de marzo, los años que vivió en la zona y la casa de Membrillar al 500 se transformó en una cita obligada para turistas y corresponsales extranjeros.
En la catedral metropolitana, este ritual, la procesión en honor de Cristo Rey y la posterior misa será presidido mañana a las 10 por el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Vicente Bokalic Iglic.
Allí, también habrá bendición de ramos a las 11.30, 13 y 18.