"Las personas iban vivas, drogadas, sedadas, iban libres, deliraban, no estaban esposadas, iban vestidos. Se les decía que iban a un campo. Ninguno tenía ya capuchas ni vendas. No les importaba mucho que vieran a las personas que los llevaban."
Este escalofriante testimonio lo aportó el ex gendarme Federico Talavera, quien declaró la semana pasada ante el fiscal Federico Delgado en uno de los tantos juicios por los denominados "vuelos de la muerte", en los que miembros de las fuerzas represoras de la última dictadura militar arrojaban a los detenidos desaparecidos hacia las aguas del Río de la Plata.
"Los vuelos de la muerte fueron varios, muchos. Los traslados se hacían de noche, desde Aeroparque, y los que hacían los vuelos eran el segundo comandante Guillermo Cardozo, de Gendarmería; Eugenio Pereira Apestegui, de Inteligencia de Gendarmería; el Turco Julián, y el principal Rosas, de apodo 'Clavel', que era de la Policía Federal (…)", declaró Talavera, quien aseguró que en ese momento oficiaba como chofer en el centro clandestino de detención El Olimpo, donde, relató, "murieron varias personas".
Parte de la declaración del ex gendarme fue publicada hoy en un artículo del diario Página/12, donde además se detallan otros elementos aportados por el testigo: un mapa de las bases aéreas de donde salían los vuelos desde los cuales se arrojaba a los detenidos desaparecidos, el uso de aviones sin identificación militar, los nombres de víctimas y de miembros de las fuerzas de seguridad que participaban de estos operativos, algunos ya condenados y otros no.
"Eramos tres choferes. Nos iban tocando de manera alternada distintas noches de traslados (...) Fueron muchos los vuelos que se hicieron para 'trasladar' a los detenidos de El Olimpo, allí había más de cien personas y todos se hacían desde Aeroparque y después se levantaba a los que participaban en Ezeiza", señaló Talavera. Y continuó: "Había otros vuelos de la muerte que salían de El Palomar", dijo Talavera. Supone que "eran los de la ESMA" y "los del Pozo de Banfield", porque "los de Campo de Mayo tenían su propio aeropuerto".
Además, como dato novedoso, indicó que los aviones que se usaban "eran los Fokker 27 civiles (...) no eran de ninguna fuerza de seguridad ni del Ejército", aunque no recuerda a qué empresa pertenecían.
La situación del declarante es motivo de análisis tanto para el fiscal como para el juez Daniel Rafecas, debido a que tendrán que definir si lo toman como imputado y disponen su detención, o como testigo, para procurar que aporte más información y conocer la verdad de los hechos.