Como informa la BBC, en Francia, a diferencia de lo que sucede en Gran Bretaña, todavía hay 750 carniceros que comercializan carne de caballo y aunque sólo representa el 0,4% de toda la carne que se consume, al menos el 17% de la población admite haberla probado.
En ambos países, la carne de caballo había sido noticia en los últimos meses, cuando se descubrió que productos envasados que estaban etiquetados como carne vacuna en realidad contenían carne equina. Tras el descubrimiento, el ministro británico de Medioambiente había llegado a hablar de un "complot criminal" contra Europa.
Sin embargo, en Francia, Yves Berger, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Carne Interbev, asegura: "Cada año nuestros oponentes montan grandes campañas de publicidad para decirle a la gente que no coma caballo, (…) pero lo que noté es que el efecto de estas campañas está disminuyendo. Cada vez más, vemos que la gente quiere mantener una mente abierta acerca de comer caballo... que es como debe ser".
Además, este tipo de carne es una nueva "gastro-tendencia" entre los gourmets de París, ya que un puñado de chefs ya empezó a incluir caballo en sus menús.
El exclusivo restaurant Les Tontons, por ejemplo, frente al antiguo matadero de caballos de París en el distrito 15, sirve una suculenta tártara de caballo (caballo crudo con huevo y condimentos).
Otros restaurantes -como Le Taxi Jaune, Le Verre Vole y Septime- sirven carpaccio, hamburguesas o simples filetes de caballo con huevos de codorniz.
Un chef, Bertrand Grebaut, causó sensación en un reciente evento culinario cuando cocinó y esculpió un corazón de caballo -en directo frente a una gran pantalla- ante una audiencia de colegas cocineros y críticos.
"Definitivamente, algo está pasando", dice Dorian Nieto, un bloguero gastronómico que además es aficionado a la carne de caballo y autor de La boucherie chevaline etait ouverte le lundi (que en español significa "El carnicero de caballo abría los lunes"), una celebración del consumo de caballo.
"De varios restaurantes, me dijeron que estaban buscando dónde comprar carne de caballo de alta calidad. Se trata de un regreso a los valores antiguos, una especie de nostalgia. Y sí, es todo bastante moderno y parisino", comenta.
Otro argumento a favor de la carne de caballo lo sugiere el chef Otis Lebert: "Muchas de las razas de caballo están desapareciendo. Ya no tienen ningún uso, por ejemplo, los ponis que viajaban a las minas", dice.
"O bien dejamos a estas razas extinguirse o podemos garantizar su conservación para su consumo", continuó.
En el puesto de Fabien Ouazan, el entusiasmo de los clientes es contagioso. Evidentemente, ninguno tiene la más mínima duda acerca de su elección.
"Llevo comiendo carne de caballo desde que era una niña", dice una señora. "Es muy tierna, sin grasa y llena de minerales".
"¿Por qué me debería importar que sea caballo? Comemos pollos, conejos que parecen de peluche y corderos bebés. ¿Cuál es la diferencia?", se pregunta.