La saga Terminator nos muestra unos robots cuyos esqueletos son metálicos pero tienen apariencia humana. En Yo, robot, un ser artificial adquiere sentimientos humanos. Ambas películas representan un futuro en que el en parte ya estamos viviendo.
La tecnología robótica insertada en el cuerpo humano es una realidad, desde las sofisticadas prótesis que logran conectar nervios y ejecutar movimientos ordenador por el cerebro, hasta los chips que se insertan para estimular el corazón y relevar información en tiempo real.
En 2004, el gobierno inglés reconoció la existencia del primer cyborg. Neil Harbisson nació con acromatopsia, una enfermedad que le impide reconocer los colores. Durante sus estudios en Dublín, Irlanda, conoció al estudiante de cibernética Alan Montandon, con el que comenzaron a diseñar el primer "eyeborg", un ojo que traduce una escala cromática de 360 colores a sonidos que se transmiten al cerebro.
El gobierno británico reconoció a este artista como el primer cyborg cuando tramitó su pasaporte y presentó su fotografía con el ojo cibernético que es parte de su vida. Tras el rechazo inicial, Harbisson presentó los argumentos que modificaron el requisito del gobierno y así fijaron la denominación de "cyborg" para un ser humano.
Neil Harbisson lleva adelante su proyecto y ya ha donado varios "eyeborgs" a instituciones para ciegos.
El artista graduado en composición y piano lleva adelante su cruzada a favor de los cyborgs, ya que sostiene que en casos como el suyo, la tecnología es parte del cuerpo y no simplemente un medio o implemento externo.
En su presentación realizada en la Universidad de Granada, España, Harbisson ha resaltado que durante este siglo, la especie humana vivirá tres mutaciones, que consistirán en que habrá personas que usen elementos mecánicos, otros electrónicos y un tercer grupo, cibernéticos.
El hombre y el software
En varias escenas de Terminator, el ojo de Schwarzeneger detecta el mapa de calor de un cuerpo, identifica los datos relevantes y transmite esa información al cerebro cyborg para actuar en consecuencia; es decir, hay un elemento tecnológico para ver, pero un software que traduce la información para tomar decisiones.
El caso de Neil Harbisson es similar, porque la escala cromática se traduce a sonidos que su cerebro decodifica para interpretarlos como colores. El propio artista admite que tardó tiempo en aprender a traducir el software en su cerebro, pero que esa nueva habilidad le permite que hoy tenga sueños en colores.
El cerebro humano no puede ser considerado como el hardware o el software del hombre, es un órgano complejo que vive en constante evolución; según sostiene el Nobel de Biología Gerald Edelman, "las neuronas compiten unas con otras por el predominio para responder a los estímulos del entorno".
La experiencia cyborg de Harbisson
"Es un sensor de color que detecta la frecuencia de los colores y envía una señal sonora hacia un chip. Yo escucho los sonidos de manera permanente" explica Harbisson en su presentación en TED, para referirse al ojo cibernético.
"Al principio tuve que memorizar el nombre de los colores, luego tuve que memorizar los sonidos", como ejercicio para poder relacionar unos con otros. "Con el tiempo, el ejercicio se convirtió en una percepción, ya no tenía que pensar en las notas" dice y concluye en que "esta percepción se convirtió en sensación".
Para Neil Harbisoon, "el software y el cerebro se han unido", y explica que ese dispositivo que es parte de su cuerpo le está transmitiendo información permanentemente y ya no necesita pensar las relaciones de sonidos y colores.
"Puedo ir a una galería y escuchar a Picasso" explica Harbisson, quien asegura que durante este siglo, el ser humano podrá experimentar mutaciones en los que la tecnología se integrará como parte del cuerpo.