El religioso falleció el 31 de agosto pasado, y al día siguiente el diario italiano Corriere della Sera publicó el contenido de una charla mantenida por el Cardenal el 8 del mismo mes que contenía fuertes críticas a la institución de la cual formó parte.
"La Iglesia se ha quedado atrás en 200 años", era una de las afirmaciones de Martini en la entrevista, cuya publicación póstuma causó gran impacto. Realizada por el también padre jesuita Georg Sporschill y por Federica Radice Fossati Confalonieri, se publicó a modo de testamento.
Federica Radice dijo al Corriere que la última vez que vio al Cardenal fue el 23 de agosto. Le habían hecho llegar el texto de la charla mantenida con él el 8 de ese mismo mes. "El Cardenal lo había leído y aprobado", sostuvo. "Todos teníamos la conciencia de que era una especie de testamento. Y ahora sabíamos que era cuestión de días. La idea era que aquel texto fuese parte incluso de su legado testamentario".
Radice no es una periodista profesional; fue amiga del Cardenal a quien consideraba "un padre espiritual y un confesor". Para ella, no se trató de "una entrevista" sino "más bien de la última conversación, el epílogo de las Coloquios nocturnos en Jerusalén que se convirtió en el libro más leído de Martini". Ese texto también fue realizado con la colaboración del jesuita Georg Sporschill, quien entrevistó al Cardenal junto con Radice.
Ella asegura que los dichos del fallecido Martini no fueron un ataque a la Iglesia sino más bien un acto de amor. "Él decía que hacían falta cardenales un poco locos, outsiders, personas que rompiesen las barreras y supiesen renovar, como la Madre Teresa".
A continuación, la entrevista del Corriere della Sera del 1º de septiembre de 2012
"La Iglesia está 200 años atrasada: ¿Por qué no se sacude? ¿De qué tenemos miedo?"
P. – ¿Cómo ve usted la situación de la Iglesia?
R. – La Iglesia está cansada, en la Europa del Bienestar y en América. Nuestra cultura ha envejecido, nuestras Iglesias son grandes, nuestras casas religiosas están vacías, el aparato burocrático de la Iglesia aumenta, nuestros ritos y nuestros hábitos son pomposos. Estas cosas sin embargo, ¿expresan lo que somos nosotros hoy? (…) El bienestar pesa. Nos encontramos allí como el joven rico que, triste, se fue cuando Jesús lo llamó para que se convirtiera en uno de sus discípulos. Sé que no podemos dejar todo con facilidad. Pero por lo menos podríamos buscar hombres que sean libres y más cercanos al prójimo, como lo fueron el obispo Romero y los mártires jesuitas de El Salvador. ¿Dónde están entre nosotros los héroes en los que inspirarnos? Por ninguna razón debemos limitarlos a los vínculos de la institución.
P. – ¿Quién puede ayudar a la Iglesia hoy?
R. – Padre Karl Rahner utilizaba con gusto la imagen de las brasas que se esconden debajo de la ceniza. Yo veo en la Iglesia de hoy tanta ceniza sobre las brasas que a menudo me surge un sentido de impotencia. ¿Cómo se pueden liberar las brasas de la ceniza en modo tal que se fortalezca la llama del amor? Antes que nada debemos buscar estas brasas. ¿Dónde están las personas llenas de generosidad como el buen samaritano? ¿Que tienen fe como el centurión romano? ¿Que son entusiastas como Juan Bautista? ¿Qué osan lo nuevo como Pablo? ¿Que son fieles como María Magdalena? Yo aconsejo al Papa y a los obispos que busquen a doce personas fuera de lo común para los puestos de dirección. Hombres que están cercanos a los más pobres, que estén rodeados de jóvenes y que experimenten cosas nuevas. Necesitamos confrontarnos con hombres que ardan en modo tal que el espíritu pueda difundirse por doquier.
P. – ¿Qué instrumentos aconseja contra el cansancio de la Iglesia?
R. – Aconsejo tres muy fuertes. El primero es la conversión: la Iglesia debe reconocer los propios errores y recorrer un camino radical de cambio, empezando por el Papa y los obispos. Los escándalos de la pedofilia nos empujan a iniciar un camino de conversión. Las preguntas sobre la sexualidad y sobre todos los temas que implican el cuerpo son un ejemplo. Estos son importantes para cada uno, y a veces quizá son incluso demasiado importantes. Tenemos que preguntarnos si la gente escucha aún los consejos de la Iglesia en materia sexual. La Iglesia en este campo, ¿es aún una autoridad de referencia o sólo una caricatura en los medios de comunicación? El segundo es la Palabra de Dios. El Concilio Vaticano II ha devuelto la Biblia a los católicos. (...) Sólo quien percibe en su corazón esta Palabra puede formar parte de aquellos que ayudarán a la renovación de la Iglesia, y sabrán responder a las preguntas personales con una elección justa. La Palabra de Dios es simple y busca como compañero un corazón que escuche (...). Ni el clero ni el derecho eclesial pueden sustituirse a la interioridad del hombre. Todas las reglas externas, las leyes, los dogmas nos han sido dados para aclarar la voz interna y para el discernimiento de los espíritus. ¿Para quién son los sacramentos? Estos son el tercer instrumento de curación. Los sacramentos no son un instrumento para la disciplina, sino una ayuda para los hombres en los momentos del camino y en las debilidades de la vida. ¿Llevamos los sacramentos a los hombres que necesitan una fuerza nueva? Pienso en todos los divorciados y en las parejas que se han vuelto a casar, en las familias ampliadas: necesitan una protección especial. La Iglesia sostiene la indisolubilidad del matrimonio. Es una gracia cuando un matrimonio y una familia lo consiguen (...). La actitud que tenemos hacia las familias ampliadas determinará el acercamiento a la Iglesia de la generación de los hijos. Una mujer ha sido abandonada por el marido y encuentra un nuevo compañero que se ocupa de ella y de sus tres hijos. El segundo amor lo consigue. Si esta familia es discriminada, no sólo se aparta a la madre, sino también a sus hijos. Si los padres se sienten fuera de la Iglesia o no sienten su apoyo, la Iglesia perderá a la generación futura. Antes de la comunión rezamos: "Señor, no soy digno...". Nosotros sabemos que no somos dignos (...). El amor es gracia. El amor es un don. Se debería dar la vuelta a la pregunta sobre si los divorciados pueden tomar la comunión. ¿Cómo puede la Iglesia ayudar con la fuerza de los sacramentos a quienes tienen situaciones familiares complejas?
D. – Usted, personalmente, ¿qué hace?
R. – La Iglesia se ha quedado atrás en 200 años. ¿Cómo es posible que no se mueva? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de coraje? De todos modos, la fe es el fundamento de la Iglesia. La fe, la confianza, el coraje. Yo soy viejo y estoy enfermo y dependo de la ayuda de otros. Las personas bondadosas que me rodean me hacen sentir el amor. Este amor es más fuerte que el sentimiento de desconfianza que de vez en cuando percibo respecto a la Iglesia en Europa. Sólo el amor vence al cansancio. Dios es amor. Yo tengo aún una pregunta para ti: ¿qué puedes hacer tú por la Iglesia?