Polémica por el uniforme de la judoca saudí

Wodjan Shaherkani era una de las dos primeras representantes de su país en los JJOO, hasta que su padre le prohibió competir sin hiyab. La diplomacia lo resolvió

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La diplomacia olímpica destrabó el conflicto generado por la judoca saudí Wodjan Shaherkani, que competirá finalmente con un hiyab especial, según aseguró la vocera del comité olímpico del país, Razan Baker.

El acuerdo se alcanzó después de una negociación entre el Comité Olímpico Internacional (COI), el saudí y la Federación Internacional de Judo (IJF), aunque no se dieron precisiones sobre cómo será el pañuelo.

El vocero de la IJF, Nicolas Messner, confirmó también que Shaherkani estará el viernes en la primera ronda de la categoría de +78 kilogramos.

El histórico debut de una mujer saudí en unos Juegos Olímpicos estuvo a punto de arruinarse por la decisión del padre de la judoca de prohibir a su hija competir sin el hiyab. La IJF había puesto como condición para la participación de Shaherkani que la judoca luchara sin el tradicional pañuelo islámico, que "no se ajusta al reglamento de vestimenta para los combates y que puede provocar lesiones", según explicó el presidente del ente, Marius Vizer.

"Un pañuelo puede ser peligroso porque hay técnicas de estrangulamiento", explicó a la agencia DPA el ex judoca Alejandro Blanco, jefe del Comité Olímpico Español (COE). "Las normas impiden luchar con nada en la cabeza. Ni con una cinta ni con nada. Ni hombres ni mujeres".

"Es un tema complicado", añadió antes de conocer la decisión. "No sé cuál puede ser la mediación que puede llevar a cabo el COI, porque habría que cambiar las normas, definidas durante años por jueces y árbitros, y se abriría la puerta a competir con todo tipo de cosas en la cabeza. Lo veo difícilmente realizable".

La saudí competirá el viernes en la categoría de +78 kilogramos, en la que se enfrenta en primera ronda a la puertorriqueña Melissa Mojica en el estadio ExCel.

Una "pendiente resbaladiza"

Shaherkani es una de las dos mujeres que el Comité Olímpico Saudí llevó a los Juegos de Londres después de una callada pero larga negociación con el presidente del COI, el belga Jacques Rogge. La otra es la atleta de 800 metros Sarah Attar, que vive en lo9s Estados Unidos. En la ceremonia de inauguración ambas llevaron el hiyab, obligatorio para las mujeres en Arabia Saudí.

La presencia de las dos saudíes en Londres 2012 fue un logro histórico para el COI, que de esa manera consiguió que por primera vez todos los países incluyeran mujeres en sus equipos.

No obstante, la decisión, anunciada sólo dos semanas antes del inicio de las competencias, fue acogida con reservas en la conservadora sociedad saudí. Riad considera el deporte como una "pendiente resbaladiza" que dará lugar a que las mujeres demanden más "inaceptables" libertades, un punto de vista que, aseveran los críticos, comparte el conservador y poderoso "establishment" religioso del país.

Más que la prueba de un cambio político, la decisión de Riad fue un intento por cumplir la regulación olímpica, que prohíbe la discriminación de género, criticaron activistas pro derechos humanos en el momento del anuncio.

El país carece de un club deportivo femenino, denunciaron, mientras que los hombres disponen de 153 financiados por el estado. Además, las mujeres no pueden bañarse en las piscinas, y los colegios públicos no tienen permitido darles clase de educación física.

"Si Arabia Saudí fuera realmente seria a la hora de tomar decisiones para permitir a las mujeres participar en eventos deportivos cambiaría las políticas y posiciones internas", señaló entonces Christoph Wilcke, investigador de la organización Human Rights Watch.