Corría el primer día del mes de julio de 1996 cuando, bajo un puente, a la vera de la ruta 226, encontraron el cuerpo desnudo y sin vida de Adriana Jaqueline Fernández, una uruguaya de 27 años que trabajaba como artesana en la ciudad de Mar del Plata.
Era el primero de una serie de crímenes jamás resueltos que, a partir de la segunda víctima, se relacionarían directamente con el ejercicio de la prostitución en esa ciudad de la Costa Atlántica bonaerense.
Tras la muerte de Fernández, cinco fueron las mujeres asesinadas en menos de un año. Todas trabajaban en la calle o en prostíbulos de la zona. Y las características de los homicidios coincidían casi perfectamente: las estrangulaban con un lazo, aparecían sin sus ropas al costado de algún camino costero, y en muchos casos habían sido mutiladas. Para ese entonces, la prensa ya trataba el caso como el del "Loco de la Ruta".
"Yo en esa época hacía periodismo. Trabajaba como corresponsal del diario La Razón. Y me tocó cubrir el primero de los asesinatos", cuenta Carlos Balmaceda, autor de la novela La plegaria del vidente, adaptada recientemente al cine bajo el mismo nombre, con dirección de Gonzalo Calzada y las actuaciones de Gustavo Garzón, Valentina Bassi y Rodolfo Ranni.
Se trata de una oscura novela policial sobre trata de blancas, que pone en juego intereses políticos, judiciales y de las fuerzas de seguridad de la provincia de Buenos Aires. A partir de un hecho real que conmovió a la "Ciudad Feliz", Balmaceda hace un cruce transversal entre el caso del supuesto "loco de la ruta" y la ficción.
"La literatura permite hacer construcciones desde una mentira literaria y rellenar los espacios que la realidad mantiene oscuros o velados. Esa función permite que las cosas que para uno pudieron suceder de determinada manera, que maneja como hipótesis, las pueda marcar como un hecho real", explica el escritor a Infobae.com.
Tanto en la novela como en la película, la historia se basa en tres personajes principales: un vidente ciego al que se le aparecen imágenes sobre el caso, un investigador que se propone llegar a la verdad, más allá de los riesgos que corre, y un periodista taciturno e incisivo que se sumerge en la noche buscando al mismo tiempo el placer y la primicia.
También transitan por ella jefes policiales, una fiscal, un juez y una médica forense. "Todos los personajes que aparecen en la novela son recreaciones ficcionales de sujetos que existen, como el policía, o el periodista, que es un cruce de conocidos cuyos nombres no voy a dar", aclara el guionista del nuevo film.
"Yo tuve la oportunidad en aquel momento de hablar no solamente con los policías a cargo del caso, sino también con personas allegadas a las víctimas, con gente que aparecía comprometida por figurar en las agendas de las chicas muertas, con forenses. Me metí de lleno en la investigación, junté muchísima información y después busqué la manera de contar todo en el campo de la ficción. Porque además el caso no estaba cerrado", señala Balmaceda. Y añade: "En toda la novela hay algo de cierto. Para los lectores que han conocido el caso, al cruzar la novela con episodios de la realidad van a encontrar más coincidencias de lo que parece".
Como marplatense, el autor describe a una ciudad oscura que se esconde detrás de esa aparente "felicidad" que supone su slogan veraniego. "Cuando surgió este episodio me pareció que permitía reflejar una metáfora de lo que es este país. Por esa convivencia entre la fiesta y la marginalidad, entre la riqueza y la pobreza, la ostentación y la pobreza más tremenda. Una parte se disfraza, pero a pocas cuadras de ahí está lo marginal", sostiene el autor de Manual del Canibal. "La hipocresía social hace que detrás de toda la diversión y la fiesta existan negocios y mafias que justamente viven de esa riqueza. Porque todo lo que tiene que ver con la drogadicción, con la prostitución, vive de la gente que tiene plata. No de la miseria. Las víctimas son los que están en situación de desventaja", subraya.
Los asesinatos se sucedían uno tras otro. Y la atención de la sociedad se posaba sobre la figura de un desquiciado. Un asesino serial que jamás apareció. "Se hablaba del loco de la ruta y no existía tal cosa. Quise contar cómo la realidad no es lo que parece, y cómo la construcción de la verdad entra en crisis cuando mucha gente no tiene ganas de enterarse realmente de lo que pasa. Y en este caso era muy difícil entrarle a la realidad y ver lo que sucedía".
Pasaron 16 años de esa serie de crímenes, a los que se sumaron más muertes y desapariciones de prostitutas que se relacionaron con el mismo caso y elevaron el número de víctimas a once, al menos hasta el año 2000.
"La causa ya prescribió, no se investiga más. Lo único que se supo es que había algunos policías asociados con proxenetas, que estuvieron detrás de la desaparición y muerte de estas personas. Algunos estuvieron detenidos y otros, prófugos. Pero, que yo sepa no hay nadie detenido", concluyó Balmaceda.