Guillermo puso en evidencia las falencias de Matías para ver si Daniel baja la cabeza

A lo largo de 34 partidos el River que marca la historia se vio una sola vez: cuando Almeyda entendió que con Trezeguet, Cavenaghi y el Chori sólo podía jugar un 3-4-3. Dos fechas después, Almeyda volvió a su preferido 4-4-2 para regalar tiempo, que lo salven las individualidades y corregir, con cambios, los segundos 45 minutos para demostrar que lo trabajado en la semana no sirvió y que Passarella desde que es presidente de River no dio pie con bola

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River le puede ganar tranquilamente a Rosario Central, se va a complicar más en los tres posteriores


A Manuel Pellegrini lo echaron de River por salir campeón con un doble '5'. Hoy hizo historia metiendo al humilde Málaga en la Champions. No es para poner a Pellegrini en la historia de River; sino es para empezar a tratar de entender por qué algunas críticas no se realizan de antemano, con tiempo, y se esperan los resultados. Si estos errores de Almeyda, son como una epidemia de gripe que lleva casi un año.


La previsibilidad del 4-4-2 que no sorprende ni a la Cenicienta de la B Nacional (perdón Guillermo, a El Principito), la falta de ideas de Almeyda durante la semana para encontrar el simple recurso para plantear un dibujo distinto, lo llevó a que el Maestrico González se vistiera de salvador de River con tan sólo levantar la cabeza y hacer una pausa (no figura en los manuales de los otros carrileros Ocampos y Sánchez), como si sus pies fueran los de Alonso o Enzo Francescoli. 

Los pocos movimientos tácticos del DT y su cuerpo técnico, algunas divisiones en el plantel, más la decisión errónea de no bancar a Chichizola por encima de Vega, que no salvó ningún partido desde que está en el arco, llevan a preguntarle nuevamente a Daniel Passarella por enésima vez si no se apuró al entregarle esta bomba de tiempo a alguien que todavía estaba llorando el descenso, con su sangre en el corazón y su inexpreriencia a flor de piel como Almeyda, y por qué antes fueron Jota Jota y Cappa. Hay un patrón común que le calza a un Kaiser en estos tres casos: técnicos "manejables", sin la jerarquía necesaria para dirigir a River.

O por qué no cumplió con sus promesas electorales, dejó a River sin peso en AFA, se juntó para herir a Ramón Díaz o trajo los jugadores ahora y no cuando vinieron Canales y Rojas. Para los historiadores va a ser todo muy difícil de explicar. Necesitarán de sociólogos, semiólogos, detectives, quizás para esclarecer los hechos del 26 de junio y todo el proceso previo. 

El fantasma del descenso todavía no desapareció que ya asusta el fantasma del ascenso, el que le hizo errar goles a Cavenaghi y a Trezeguet frente al equipo más modesto que pisó y pisará el Monumental esta temporada. Porque el tema de la defensa nada tiene que ver con nombres o fantasmas. El arquero es de segundo nivel y está avalado por el técnico y el resto pende de un hilo por la eterna falta de un funcionamiento colectivo. Pero River, de última, hizo dos goles. Que Guillermo Brown le convierta de a dos en Núñez y que todos, o casi, se aprovechen de los regalos, y no se haya podido solucionar en la semana, es una falencia táctica. 

El ejemplo que tiene a mano para apreciar el fútbol argentino es el equipo del Tata Martino. De un momento sombrío se llenó de sol y lo que antes no le salía ahora le sale. ¿Por motivación? Una parte. La otra es porque ahora tienen un patrón de juego general y uno particular para cada partido, por lo que hasta están por encima de lo que pueden y se animan a pelear la punta cuando sus hinchas temían por pelear un lugar en la Promoción éste o el otro torneo. 

No hay mucho misterio. Siempre se dice que para ganar en el fútbol las tres patas tienen que estar bien. Dirigentes, cuerpo técnico y jugadores. Passarella -junto con Aguilar- es culpable de que River esté donde está. Almeyda -que puede llegar a tener o no un gran futuro como entrenador- carece de la experiencia necesaria (es su primer año y eso no se puede negar) para algo tan pesado. Y los jugadores se tienen que juntar, mirar el escudo que toca Trezeguet cuando hace los goles o la remera que besa Cavenaghi, hacer foco ahí y sacarse la presión y los problemas que tienen. 

En el Gigante de Arroyito el empate a River ya no le sirve, salvo que "antes" Independiente Rivadavia le gane a Instituto, si es que la programación le da esa "grata sorpresa". Entonces, a River le tienen que funcionar dos de las tres patas antes mencionadas y sólo le quedan dos posibles: cuerpo técnico y jugadores. Subir derecho no es imposible. Todavía tienen que chocar Quilmes e Instituto. Pero por lo observado ante Guillermo Brown, serán difíciles Boca Unidos, Patronato y Almirante Brown. 

Y no se puede regalar más tiempo en la semana practicando de una manera y jugando los segundos 45 minutos de otra. Eso es improvisar. Si alguien se pregunta por qué la mayoría de los goles que le hicieron a River vinieron casi sobre el final, ahí hay un esbozo de pequeña respuesta. La realidad lo confirma. 

Gonzalo Mozes

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