Las leyendas sobre cómo vivía Osama bin Laden y su entorno en su refugio/fortaleza de Abbottabad inundaron los medios desde el momento en que se supo sobre la muerte del líder terrorista a manos del comando norteamericano Navy Seals.
Durante unos días, la población local visitó el lugar para satisfacer su curiosidad, buscando recoger algún recuerdo del sitio que pasó a la historia y fue el centro de interés del mundo durante los días posteriores al asalto.
Los altos muros, la discreción absoluta con que se manejaban quienes rodeaban a Bin Laden intrigaban a los lugareños, aunque algunos lograban romper el estricto derecho de admisión por el simple hecho de portar inocencia, como el niño que visitaba a los Bin Laden para jugar con algunos de sus amigos que vivían allí.
Con el correr de los días, la mansión -valuada en un millón de dólares- se convirtió en una atracción turística. Los vendedores ambulantes comenzaron a aprovechar la situación, ofreciendo helados o flores, mientras otros niños ofrecían a los desconocidos un pedazo del helicóptero que se estrelló en medio de la misión de los Navy Seals: "Es auténtico, un tornillo de la hélice", aseguraban buscando obtener una fortuna: cinco dólares.
Si bien en un primer momento el perímetro del refugio de Osama fue cerrado para no entorpecer las investigaciones, luego el reducto fue abierto y la gente comenzó a aglomerarse de manera inesperada. Hasta hubo quienes aprovechan los techos de los edificios vecinos para obtener una buena visión.
Finalmente, el Gobierno de Islamabad decidió demoler el lugar para evitar que se convierta en un centro de visita de quienes aun apoyan a Bin Laden, como sus fieles talibanes que continúan actuando en la región.
Así, en el lugar ya no quedan más que rastros del refugio del enemigo público número 1 de los Estados Unidos. Pueden verse entonces las actividades más comunes, que a un año de los hechos que hicieron de este lugar un sitio famoso resultan particulares: desde un improvisado partido de cricket entre jóvenes hasta el arreo de un pastor que conduce su ganado de manera rutinaria a través del lugar, aprovechando para cortar camino rumbo al corral.
Muchos ni siquiera se enteran de que allí, hace justo un año, se empezaban a escuchar los motores de los helicópteros que llegaban desde algún lugar secreto. Apenas pasada la medianoche, un desvelado usuario de Twitter, algo aburrido, lo comentaba con curiosidad a través de la red social. Estaba haciendo historia.