El origen de la jornada de ocho horas

La lucha por una limitación del tiempo consagrado al trabajo, que dio origen al 1º de Mayo, se inspiró en la regla benedictina que dividía el día en tres partes ocupadas en distintas actividades 

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La primera organización sistemática de un trabajo para terceros, fue compulsiva, por eso en la antigüedad los esclavos constituyeron una inmensa mayoría en comparación con los trabajadores libres.

A principios del año 500, San Benito formuló las primera reglas para monjes en base al principio "ora et labora", que establecía un tiempo para orar, otro para trabajar y otro para descansar.

Esta división del tiempo, quedó por siglos encerrada en los conventos. Con el tiempo se fue haciendo evidente que los trabajadores "libres" -que lo eran relativamente- superaban  en productividad a los esclavos, carentes de todo incentivo y por lo tanto de motivación. Pero la modalidad generalizada era de extensas jornadas.

En tiempos de la Revolución Industrial, en los Estados Unidos, por ejemplo, los trabajadores cumplían habitualmente jornadas de 12 a 14 horas. Si excedían las 18 horas de trabajo "sin necesidad", el patrón se arriesgaba a que le aplicaran una multa. Sin embargo, ya desde 1829, se venía tratando de limitar la jornada laboral adaptando la Regla Benedictina a 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas para la casa.

Es por ello que en 1884, la American Foundation of Labor aprueba una huelga para el 1º de mayo de 1886, en el caso no se admitiera la jornada de 8 horas.

Llega el 1º de mayo, y ante la falta de adecuación a esta propuesta, se produce la huelga, que transcurre sin incidentes graves. Sin embargo, en Chicago, el 3 de mayo, en la fábrica Mc Cormick, que estaba de huelga desde el mes de febrero, se produce una pelea entre los obreros en conflicto y los esquiroles (trabajadores convocados para reemplazar a los huelguistas). Al intervenir la policía reprimiendo, mueren 6 personas.

El día 4 de mayo, con autorización del alcalde de Chicago, se produce una concentración en Haymarket de más de 20.000 trabajadores, en homenaje a los muertos, siendo nuevamente reprimidos por la policía. A raíz de la gran cantidad de víctimas que hubo, se dictó el estado de sitio.

El gobierno resolvió entonces iniciar un juicio a los organizadores del acto, el cual fue escandalosamente parcial. Cinco personas fueron condenadas a muerte; una de ellas se suicidó y las otras cuatro, de profesión periodistas, fueron ahorcadas.

En el Congreso de la Segunda Internacional Socialista (París, 1889), se declaró el 1º de Mayo, como Día Mundial de la Lucha Obrera.

El corresponsal del diario La Nación, José Martí, héroe de la independencia de Cuba,  transcribió lo dicho por Spies, uno de los ejecutados, antes de morir: "La voz que vais a sofocar será mas poderosa en el futuro que cuantas palabras pueda yo decir ahora".

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