En el avión que lo conduce a su primera visita a México, Benedicto XVI dijo que la ideología marxista, "tal como había sido concebida, no responde ya a la realidad". Por ese motivo, el Papa considera que "conviene hallar nuevos modelos".
Sin embargo, el Papa destacó que esta búsqueda requiere "paciencia, decisión y queremos ayudar con espíritu de diálogo para evitar traumas".
El Sumo Pontífice también subrayó la voluntad de los católicos "de ayudar a un diálogo constructivo para evitar los traumatismos", en momentos en que la Iglesia local cubana se ha convertido en un "interlocutor político de las autoridades del país".
En este sentido, destacó que "la Iglesia siempre está del lado de la libertad de conciencia y de religión", y que en Cuba los fieles católicos "contribuyen en esta senda".
Para el Papa, este viaje es una "absoluta continuidad" con respecto al viaje histórico de Juan Pablo II a la isla caribeña en 1982. En su vuelo rumbo a la ciudad mexicana de León, Guanajuato, recordó la famosa frase del papa polaco: "Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba", y aseguró que esas palabras tienen "absoluta vigencia".
"La visita de Juan Pablo II abrió un camino de colaboración y de diálogo constructivo entre la Iglesia y el Estado. Ese camino es largo y exige paciencia para ir hacia adelante, pero la Iglesia desea seguir colaborando", aseveró.
Sobre México -el primer país hispanoparlante que visita dentro de América Latina-, el Papa dijo que la violencia y el narcotráfico son dos problemas para México, y que la Iglesia católica posee una gran responsabilidad en un país con tantos católicos para educar las conciencias.
Sobre la región, el Papa alemán consideró que "la Iglesia tiene que preguntarse siempre si hace lo suficiente en ese gran continente que es América Latina". "La Iglesia no es un poder político, ni un partido, sino una realidad moral y la política debe ser también una realidad moral en ese camino pueden ir juntas", adhirió.