A diferencia de la sequía que impactó en la producción agrícola en la campaña 2008/2009, esta vez es la zona núcleo del país la que concentra los perjuicios por la acuciante falta de precipitaciones. Los especialistas coinciden en que la actual sequía está más extendida que la anterior y, además, se inició antes, lo que podría convertirla en la mayor registrada en 46 años.
Día tras día, la seca que se inició en diciembre se extiende y deteriora los cultivos. Los campos maiceros corren riesgo de perder el 60% de la producción, porque la cosecha se juega este mes, mientras que la de la soja tiene algunas semanas más de margen, hasta febrero, a la espera de las ansiadas lluvias.
Julio Currás, vicepresidente de la Federación Agraria Argentina (FAA), afirmó a Infobae.com que "hay una situación muy complicada en la agricultura en lo inmediato, y en ganadería, a la vuelta de la esquina".
"Las perspectivas pueden cambiar radicalmente si llueve, pero las precipitaciones esperadas se están postergando. Ya afecta (la sequía) al 60% de la producción del maíz y hay serias afectaciones en soja. Además, la gente se está deshaciendo de la hacienda", por la falta de pasturas. "La agricultura lo paga al contado y la ganadería a mediano plazo", agrega.
"Hay un malestar en el productor. En el caso del maíz la pérdida es irreversible por más que llueva. Apenas pueden estabilizarse los cultivos que están en pie", indica Currás.
Los cultivos sojeros de la primera siembra padecen un pronunciado "estrés" hídrico, mientras que los de la segunda etapa tienen mayores posibilidades, aunque se redujo la superficie cultivada por la sequedad de los suelos. "La planta está estresada, pero el que sembró más tarde todavía puede esperar alguna lluvia", explicó Currás.
Las peores condiciones se registran en el sur de la provincia de Córdoba. En la provincia de Buenos Aires, golpean en la producción del norte, centro y oeste, aunque las condiciones mejoran en los suelos más próximos a la Costa Atlántica. En el extremo sur de Santa Fe ya se habla de pérdidas irreversibles del rinde de maíz en varios departamentos.
"La zona núcleo es una de las más afectadas, pero también el sudeste bonaerense y La Pampa misma, salvo algunas excepciones. Las posibilidades de lluvia se vienen corriendo y preocupa porque perdemos millones de dólares por día". En La Pampa, la tierra está completamente seca a lo largo de todo el territorio provincial, salvo en algunas localidades cercanas a Santa Rosa y General Pico, mientras que en Entre Ríos la situación es algo más regular.
Proyecciones en baja
Argentina es uno de los cinco mayores productores globales de granos, el segundo mayor exportador de maíz y el tercero de soja. Para la campaña agrícola 2011-2012 se calculaba una cosecha récord de 106,5 millones de toneladas, de las cuales 54,3 millones corresponden a la soja y 28 millones al maíz. Ahora, informes privados calculan que la producción de soja bajará a 47,8 millones de toneladas y la de maíz a 22,1 millones. La Bolsa de Rosario estimó la cosecha de soja 2011/12 en 49,5 millones de toneladas.
La firma estadounidense de análisis Informa Economics recortó su estimación de la cosecha de maíz argentino 2011/12 a 24 millones de toneladas desde su cálculo de diciembre de 27 millones. En tanto, para la soja rebajó su proyección a 51 millones de toneladas desde las 53 millones que calculaba anteriormente.
"La dirección del mercado continúa dictada por las condiciones meteorológicas en América del Sur y por las fluctuaciones macroeconómicas", estimaron los analistas de Barclays Capital.
En Argentina, "las previsiones indican un tiempo húmedo del 9 al 12 (de enero), lo que debería aliviar a los cultivos en algunas regiones. Aunque esto llegará muy tarde", pronosticó Paul Georgy, de la firma Allendale, citado por AFP.
Según los analistas de Morgan Stanley, la producción mundial de maíz debería recortarse debido al "tiempo seco en Argentina". "Los problemas de producción podrían aumentar la presión para que las exportaciones de los Estados Unidos sean revisadas al alza", revelaron.
Este pronóstico de lluvias en la zona núcleo para la próxima semana quitó presión a las cotizaciones. En el mercado de Chicago, la tonelada de soja pactada para marzo terminó a u$s439,64, con un retroceso semanal de 0,9 por ciento.
La tonelada de maíz para entrega en marzo finalizó a u$s253,33, con una leve baja semanal de 0,5%, mientras que la tonelada de trigo para la misma entrega concluyó a u$s229,56 y una caída de 4,3% en comparación con siete días atrás.
Menos cosecha, mayores cotizaciones
Este retroceso en las proyecciones de cosecha tiene contrapartida en una suba de precios, debido al peso que tiene la Argentina en el mercado internacional. "Hicimos un informe sobre un escenario básicamente de sequía y su consecuente reducción en la producción. Por un lado, tenemos el beneficio de los precios más altos, porque Argentina es un jugador muy importante, en la exportación global, pero también menos ventas", resume a Infobae.com Ariel Barraud, economista del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF).
Aclara que "hay mucha volatilidad en el mercado", porque a los factores típicos del comercio agrícola, como las variaciones en los rindes y en la demanda mundial, se suman otros ajenos, como la entrada y salida de fondos de inversión que especulan con operaciones en commodities.
"Hay que tener en cuenta que el mercado de los commodities agrícolas es muy volátil, no sólo por los factores propios, alimentación y producción de biocombustibles, sino por otras cuestiones como las operaciones de derivados y de los futuros", apuntó el experto del IARAF.
"Lo que aporta la soja a las retenciones del Gobierno y al Fondo Federal Solidario va a tener valores similares a los de este año. Estimamos este año las retenciones sojeras en unos 7 mil millones de dólares", indicó Barraud. Añadió que "se hace cada vez más difícil predecir un valor para las materias primas, por lo que recomendamos no atar gastos a los ingresos de la soja".
Al respecto, un análisis del Movimiento CREA (Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola) expresó que "lo que no tolera un negocio de estas características es tener una presión impositiva" como son "los derechos de exportación".
"Cuando se combina con alguna adversidad climática, se transforma en un impuesto a los ingresos más allá de cómo sea el resultado de la inversión", subrayaron los técnicos.