Se cumplen hoy diez años de corralito financiero que dispuso el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo y que declaró el inicio de la aguda crisis que sacudió a la Argentina en 2001.
La decisión de restringir el retiro de los depósitos bancarios desató una fortísima protesta social, impulsó a cientos de ahorristas a las calles, violentados frente a las entidades bancarias por la situación de no poder contar con su dinero, sea para lo que fuere.
La resolución buscó detender, de un modo radical y legalmente cuestionable, la fuerte sangría de capitales que el sistema financiero padecía, con un retiro de 18.000 millones de dólares de depósitos bancarios en los primeros once meses de 2001, motivado en una fuerte desconfianza en la solidez de las entidades.
En realidad, la preocupación era por el conjunto de problemáticas que afrontaba la economía argentina, sumida en una recesión desde 1998, con altas tasas de desempleo y pobreza, endeudamiento acelerado, agotamiento de las fuentes de financiación y caída en picada de las reservas monetarias, entre otras.
Pasada una década, aún hoy hay damnificados que no pudieron recuperar sus ahorros y en muchos casos las causas preescriben y pierden validez por el paso del tiempo.
Semanas atrás, el impulsor de la cuestionada medida, el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, dijo no arrepentirse de haber instalado el corralito bancario, pero reconoció que tendría que haber realizado antes la "reestructuración ordenada" de la deuda pública.
En una entrevista al diario brasileño O'Globo, el ex funcionario dijo que tomaría las mismas medidas que concluyeron en la caída del gobierno de Fernando de la Rúa: "Haría apenas una cosa diferente. La reestruturación ordenada de la deuda, proponiendo una reducción en los intereses, que lanzamos en noviembre, deberíamos haberla lanzado en setiembre".
Cavallo aseguró que "no había otra salida" que adoptar esa medida límite, que impedía la extracción de los depósitos, y argumentó que de lo contrario "restaba cerrar los bancos, lo que hubiera sido peor".
"El corralito fue un problema porque dio un perdón a los maníaticos por la devaluación y a los que querían el fin de la paridad (impuesta por la Ley de Convertibilidad). Dieron un golpe al gobierno de Dela Rúa y atendieron los intereses de los industriales endeudados", señaló e ex ministro.
Por último, reconoció que le faltó "inteligencia y sagacidad política" para resolver la situación, pero remarcó que no se arrepiente de haber trabajado en el gobierno de De la Rúa porque, explicó, tenía que hacer todo lo que estaba a su alcance "para sacar a la Argentina de aquella situación".