Crimen y castigo en la familia Madoff

La esposa y el hijo menor de Bernard Madoff, el mayor estafador de la historia de Wall Street, quien cumple una pena de 150 años de prisión, rompieron el silencio. No lo perdonan y aseguran que desconocían el millonario engaño

AP

En una serie de entrevistas con los medios, Andrew y Ruth Madoff hablaron por primera vez de sus sentimientos de traición y vergüenza cuando el empresario les anunció el 10 de diciembre de 2008 que su negocio era floreciente debido a una gran "mentira". "Les mentí a todos, estos años. Le mentí a todo el mundo", les confesó Madoff entre lágrimas.

Absolutamente furioso, el hermano mayor de Andrew, Mark, "temblando de ira", salió de la habitación. Andrew lo siguió. Ruth Madoff, quien dice que nunca tuvo la menor sospecha sobre las actividades de su marido, retomó su jornada como tenía previsto y ayudó a su esposo a preparar la fiesta de Navidad de su empresa.

Sus hijos denunciaron a su padre al FBI y fue detenido la mañana siguiente. "Esto es imperdonable, ningún padre debe hacerle eso a sus hijos", dijo Andrew Madoff, quien, al igual que su hermano Mark, trabajaba con su padre.

Hace una semana, se supo que Bernard Madoff se siente más seguro entre rejas que paseando por las calles de Nueva York, de acuerdo con una carta que le envió tras el suicidio de su hijo mayor, Mark, a su nuera y viuda de éste, Stephanie Madoff Mack.

Mark, de 46 años, destruido por el escándalo, se quitó la vida el 11 de diciembre de 2010, justo cuando se cumplían dos años de la confesión y detención de su padre.

"No podía abandonar al hombre con quien había pasado casi toda mi vida", dijo Ruth Madoff al New York Times en una entrevista publicada este lunes, a pesar de que lo que él hizo fue "más allá de lo imaginable". Aseguró que tanto ella como su marido intentaron suicidarse tomando medicamentos.

Durante casi 20 años, Bernard Madoff, una celebridad en Wall Street, nunca invirtió un solo centavo del dinero confiado por sus clientes y sacaba de los fondos de los nuevos clientes para pagar o reembolsar a los clientes más viejos.

Sus falsas promesas les hicieron perder más de 65 mil millones de dólares a clientes en todo el mundo, por lo que se convirtió en la mayor estafa descubierta en la historia de Wall Street.

Riquísimo, vivía con su familia a lo grande, con avión privado, yates y residencias de lujo. Se vio acorralado en diciembre de 2008, cuando, por la crisis, un número creciente de inversores quiso recuperar su dinero. Ahora, a los 73 años, cumple 150 años de cárcel en la prisión de Butner, en Carolina del Norte, donde trabaja por 170 dólares al mes.