Se recluyó en su casa en la ciudad de Viedma, provincia de Río Negro, en 1991, sin que nadie supiera explicar por qué. Los últimos cinco años los vivió encerrado en su dormitorio y el sábado pasado fue descubierto allí por doctores locales.
Con la ropa raída, el pelo largo hasta la cintura, la barba tupida y la piel sumamente blanca por la falta de contacto con el sol, el hombre sorprendió a los expertos en Salud Mental que lo atendieron. A pesar de su prolongado encierro, no perdió la capacidad de comunicarse con otras personas ya que pudo responder sin incovenientes las preguntas de los especialistas.
Según el diario local Diario Al Día, no existe información oficial sobre lo ocurrido. Sin embargo, informó que se trata de un paciente de "características especiales" que ya a los 9 años había abandonado el colegio primario por problemas para relacionarse.
De acuerdo al paciente, su adolescencia fue "medianamente normal" aunque reconoció que entre los 17 y los 18 años empezó a manifestar una actitud antisocial que se reflejó en algunas peleas con otros jóvenes.
La profundización de su estado llegó dos años después, cuando se recluyó definitivamente en su casa del barrio Don Bosco, donde vivía con sus padres. Los médicos intentarán determinar si el encierro fue voluntario o obligado.
Por el momento, la primera hipótesis vincula el aislamiento extremo con un rechazo casi absoluto por el mundo exterior, fundamentalmente por temor a sufrir.
En 2010, dejó de asearse. Los restos de comida estaban esparcidos por toda la habitación y hasta sus propios desechos fisiológicos estaban acumulados en botellas y bolsas de nylon.
La prensa maneja dos versiones de cómo se encontró a la persona. La primera señala que la rotura de un caño llevó a unos técnicos a ingresar a la vivienda, donde fueron sorprendidos por el ermitaño. La otra, que fueron sus propios padres quienes denunciaron la situación.