García, un socialdemócrata de derecha de 62 años, termina así cinco años al frente del Perú en su segundo mandato que contrastaron con su primero (1985-90), que concluyó con una inflación galopante -una de las más altas de la región- y enfrentado a los gremios financieros internacionales.
En los últimos días de su mandato García -que termina su gestión con una aprobación de 44% y una desaprobación de 52% según un reciente sondeo- se ha dedicado a inaugurar carreteras, hospitales, museos, un tren eléctrico para Lima, y otras obras, muchas de ellas inconclusas, lo que ha generado críticas.
Al alejarse del poder, García señala reiteradamente que deja una economía "vigorosa, sana y veloz" que continúa generando empleo. El crecimiento fue de 8,8% el año pasado, uno de las más altos de la región, aunque éste no ha llegado a los sectores más pobres de la población.
El sociólogo Eduardo Toche, del Centro de Promoción del Desarrollo, dijo a la AFP que García "desde un primer momento se impuso una lógica de no mover las cosas y considerar que tal como se estaba conduciendo el país estaba bien; solamente se puso como objetivo administrar bien la situación".
García "mantuvo la disciplina fiscal, las altas tasas de crecimiento, pero no distribuyó en debida forma los beneficios de ese crecimiento y es lo que ahora se plantea como desafío al nuevo gobierno", que estará presidido por el nacionalista Ollanta Humala.
El economista Waldo Mendoza, de la Universidad Católica, estimó que los cinco años de García significaron "un episodio de administración sumamente fácil" de la economía."Hemos tenido vacaciones de cinco años y buena suerte", declaró al diario La República."García agarra una economía que ya venía creciendo 6 a 7% al año. No hace absolutamente nada, insiste con su propuesta de tranquilizar a los inversionistas y luego están los precios internacionales de los metales altos, entonces el crecimiento se mantiene", precisó.
Al margen del manejo económico, el gobierno de García culmina con diversas denuncias de corrupción y con una sensación de inacción ante este problema."El gobierno tuvo un manejo laxo en el tema de la corrupción con ausencia completa de un sistema anticorrupción, lo que llevó al partido de gobierno a una catástrofe electoral al obtener sólo cuatro representantes en el Congreso de 130 miembros", estimó Toche."En la aplicación de programas sociales hay gran suspicacia sobre el manejo de los recursos por la poca transparencia de cómo se han manejado estas cosas", añadió.
El caso que generó el mayor escándalo fue el conocido como el de "los petroaudios", de escuchas telefónicas clandestinas que pusieron al descubierto negociados en la entrega de contratos petroleros a una empresa extranjera.
Por este caso se cuestionó al primer ministro Jorge del Castillo, quien debió renunciar en octubre de 2008. El caso se ventila actualmente en los tribunales y ha degenerado en denuncias de que en 2006 el entonces candidato García presuntamente habría ordenado espiar telefónicamente a su rival en la campaña electoral de ese año, el hoy presidente electo, Ollanta Humala.
Su mala relación con Humala se reflejó en que en las pasadas elecciones García no ocultó su preferencia por la candidata derrotada Keiko Fujimori, hija del ex presidente Alberto Fujimori, quien cumple condena de 25 años de cárcel por violación de derechos humanos. Y para completar, este fin de semana García dijo que no asistiría a la ceremonia de asunción del mando presidencial por temor a ser abucheado, aunque este lunes dijo que reconsideraría su decisión si es que en el ceremonial en el Congreso no hay una "emboscada".