Los Grimaldi, una dinastía incorregible

"En Mónaco las prefieren plebeyas", afirma el historiador francés Marc Fourny, que retrata la saga de una familia signada por los casamientos que hacen fruncir la nariz a las demás dinastías reinantes en Europa

Guardar

Al casarse con el príncipe Alberto II de Mónaco este 2 de julio de 2011, la ex campeona de natación Charlene Wittstock se inscribe en una larga tradición familiar: las uniones fuera de la nobleza, con la plebe, son legión entre los Grimaldi y lo contrario sería, más bien, la excepción, salvo entre los primeros príncipes, en los siglos XVI y XVII. ¿Hay que ver en esto el origen del ostracismo que padecen los soberanos de Mónaco por parte de las otras grandes familias reinantes? Aunque Alberto II es siempre invitado a las grandes ceremonias de la corte de Europa, no se puede decir que los jefes de las principales casas reales se precipiten con entusiasmo y regularidad a las fiestas oficiales monegascas... Como si los Grimaldi no formasen del todo parte de las "buenas" dinastías reinantes.

Hay que decir que ciertas uniones hicieron carraspear a muchos príncipes de sangre, encasillando aún más a los Mónaco como un linaje decididamente incorregible, que casi huele a azufre, pero conviriténdolos en los dueños incuestionables de la prensa del corazón. Ya que el suyo es un reino festivo, los Grimaldi pueden jactarse de tener millones de fieles o súbditos virtuales en todo el planeta: sus amores, sus extravagancias, sus glorias y desgracias son seguidos con fervor y asiduidad en toda Europa, pero también en otros continentes, como América del Sur. No encuentran finalmente en su camino más que a la familia real británica para hacerles sombra... [...]

Este vínculo apasionado (a veces pesado) entre los Grimaldi y el poder mediático se puso en marcha con el casamiento de Rainiero III con la encantadora, pero, sin embargo, plebeya, Grace Kelly, en abril de 1956, quien abandonó su carrera fulgurante en el cine para convertirse en el emblema glamoroso de la Roca: las cámaras y los paparazzi no la abandonaron más. Rainiero, decimotercer príncipe de Mónaco, tenía, entonces, 33 años, había frecuentado a la hija de una florista, la comediante Gisèle Pascal y se preocupaba, con razón, por su descendencia.

Este príncipe emprendedor alimentaba grandes sueños para el Principado, y deseaba despertarlo transformándolo en parada inevitable del jet set y de los millonarios en la costa Azul. Un proyecto del cual participa el armador griego, Aristóteles Onassis, accionista de la poderosa Société des Bains de Mer (Sociedad de Baños de Mar, a cargo de la gerencia de los hoteles y casinos), que aconseja, entonces, al príncipe casarse con una estrella de cine para dar un golpe de fusta a la Roca. Hollywood ingresaba, por aquel entonces, en su era dorada.

¿Y por qué no Marylin Monroe? El nombre fue propuesto, se hicieron los contactos, pero finalmente fue la más juiciosa Grace Kelly la que desposó al heredero de los Grimaldi en la catedral de Mónaco, delante del todo Hollywood reunido, Alfred Hitchcock, Ava Gardner y Cary Grant, entre otros.

La pastorcilla se casa con el príncipe, la leyenda está en marcha...

Desde ese punto de vista, la hermana de Rainiero, la princesa Antonieta, baronesa de Massy, lo imitó (al) casarse tres veces: con un campeón de tenis, un escribano y, finalmente, un bailarín estrella.

¡Todos plebeyos! Pero los grandes casamientos desafortunados datan, sobre todo, de los años 80, cuando Carolina de Mónaco desposa a Philippe Junot (junio de 1978), para gran contrariedad de su madre, Grace Kelly, que soñaba justamente para su hija una unión con un heredero con título, emparentado con las grandes familias de Europa. El divorcio fue dictado dos años más tarde y se obtuvo una anulación ante el tribunal de la Rota, en El Vaticano. Carolina cumplió el sueño de su madre veinte años después, al casarse, esta vez, con el príncipe Ernesto Augusto de Hannover, primo de la reina de Inglaterra, lo que convierte a su hija Alexandra en descendiente de la gran reina Victoria.

Del lado de Estefanía, la otra hermana del príncipe Alberto II, los casamientos son acordes a su imagen de princesa libre y bohemia: se casó con su guardaespaldas, Daniel Ducruet, en julio de 1995; luego con un acróbata portugués Adans Lopez Peres en 2003. Elecciones de vida valientes y asumidas, que ponen rápidamente a Estefanía en la lista negra de la élite europea, algo que a ella no le preocupó en lo más mínimo. Tampoco fue la primera en llevar su destino a su antojo. Sus antepasados hicieron gala, frecuentemente, de la misma independencia de carácter. Así, su propio bisabuelo, Louis II de Mónaco, apodado el "príncipe soldado" por haber servido en el ejército francés, en ocasiones con mucho brillo, es igualmente conocido por su vida ligeramente disoluta...

En 1898, en una ciudad fortaleza de Argelia, se prendó de Marie-Juliette Louvet, joven alteradora de cabaret, que a veces adoptaba la pose, en especial para el fotógrafo oficial, de la Goulue (apodo de Louise Weber, la famosa bailarina de cancán del Moulin Rouge). De esta verdadera pasión, nació la pequeña Charlotte, futura madre del príncipe Rainiero III, padre de Alberto, Carolina y Estefanía.

Pero Marie-Juliette no sería el único amor del príncipe Louis II: hacia el final de su vida, se prendó, esta vez, de Ghislaine Dommanget, una actriz de paso por el teatro de Mónaco en 1942 (...). El príncipe se rindió a los encantos de esta mujer treinta años menor que él (y) el casamiento tuvo lugar en 1946, tres años antes de la muerte de Louis II.

Otro príncipe atípico fue Florestan I, que enfrentó a sus padres para casarse en la intimidad, en 1816, con la joven plebeya Caroline Gibert con la que tuvo dos niños. (...) Su hermano, el príncipe Honoré V (fue) padre de un niño extramatrimonial, el príncipe Oscar Grimaldi, que tuvo con su amante, Félicité de Gamaches.

Honoré V no fue el único que reconoció hijos naturales. Su antepasado Antoine I, que reinó de 1701 a 1731 tuvo al menos 3, además de las 6 hijas que tuvo con su esposa legítima (...).

Alberto II, el actual soberano de Mónaco y futuro esposo de Charlene, ha reconocido oficial y valientemente a Jazmin Grace, nacida en 1992 de una relación con una estadounidense, y a Alexandre Coste, a quien tuvo con una azafata en 2003. Un acto totalmente conforme con la historia de una dinastía lo suficientemente antigua como para amar y reinar sin detenerse en el juicio o la moral de los demás. En esto, se puede, incluso, decir que los Grimaldi, casándose con plebeyas, han lanzado una práctica que ha hecho esuela en todas las cortes de Europa, como lo atestiguan las uniones de Haakon de Noruega con una ex punk, de Frederik de Dinamarca con una consultora australiana, de Felipe de España con una periodista o, más recientemente, de William Windsor con Kate Middleton, hija de un rico negociante de cotillón. Es la prueba de que las mentalidades evolucionan, incluso bajo las testas coronadas.

(Traducción de Infobae América)

(*) Marc Fourny es un historiador y periodista francés, columnista del sitio Herodote.net. Trabajó en France 2, en RTL y actualmente dirige la revista Gala.

Guardar