"El Síndrome del Descenso": una enfermedad que afecta a casi 5 millones de argentinos

Ningún tema suscita hoy en la Argentina más interés, morbo y dolor que la situación que atraviesan los "millonarios". Hay, como mínimo, casi cinco millones de personas deambulando sin ton ni son. Con problemas físicos y emocionales, todas víctimas del “Síndrome del Descenso” 

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Todas las encuestas realizadas a lo largo y ancho del país en los últimos 20 años, demuestran que River tiene –como mínimo- un 30 por ciento de las simpatías "futboleras" de la población. Sobre algo más de 40 millones de habitantes que dio el censo del año pasado, se desprende que 12 millones de individuos exhiben preferencia por el club de Núñez. De allí, podemos deducir sin ser demasiado lúcidos ni muy generosos, que el 40 por ciento de los "millonarios" son personas comprometidas –léase, fanáticos- con el devenir del equipo de Juan José López. Ergo, casi cinco millones de argentinos padecen hoy de una nueva enfermedad: "El Síndrome del Descenso".



En este país, más afecto al psicoanálisis que cualquier otro del mundo, el ataque de pánico ha superado a la depresión como "patología de moda" en los últimos tiempos. "El síndrome del descenso" no es una enfermedad en sí misma, pero abre las puertas para que cada individuo caiga en las garras de aquellos "fantasmas" que lo acosan desde siempre. Ninguna otra enfermedad (física o mental) tiene tantas "víctimas". Por otro lado, ni la inseguridad, ni los piquetes, ni la educación, ni la salud pública, ni las cenizas volcánicas. No hay tema que cause tanto daño ni suscite tanto interés (dolor de un lado, morbo químicamente puro del otro) en las últimas semanas como la situación que atraviesan los "millonarios". Tomando nota de la enorme cantidad de ejemplos de "riverplatenses" que viven angustiados desde hace semanas –por no mencionar el caso extremo del hincha fallecido el sábado en el Monumental-, PLAYFUTBOL consultó a un especialista en la materia.



Nicolás Aruguete, Licenciado en Psicología, sostuvo a este respecto: "Hay en esta cuestión dos niveles de análisis: el colectivo y el individual. River, Boca, el peronismo, el radicalismo, por mencionar algunos casos de "colectivos argentinos", generan una identificación emocional, una identidad desde la cual los individuos que pertenecen a estos grupos se relacionan con propios y extraños. Una de las cosas que supone "ser de River" es pertenecer a un conjunto que nunca ha descendido de categoría. Esta es una cualidad que comparte con Boca e Indepediente. Si River desciende, este grupo de pertenencia se queda sin lugar de identificación o con un lugar de identificación menos prestigioso del que tenía. Por lo tanto, el descenso marcaría para los "millonarios" una herida narcisista irreversible. El "escudo", la protección que significaba ante la sociedad vivir amparado en la gloria riverplatense, ya nunca será tal, si es que baja a la B Nacional".



"En lo individual, se trata de cómo cada uno elabora el duelo. Lo primero que nos pasa ante la inminencia de una pérdida es que nos convertimos en seres más vulnerables. Cada subjetividad se va a manifestar en un padecimiento de orden individual. De esta manera, pueden aparecer depresión, hipertensión, ataques de pánico, insomnio, adicciones múltiples, problemas de relación en lo familiar o en lo profesional, etc. Cada persona tendrá los inconvenientes que su estructura psicofísica indique", concluyó Aruguete.

Quienes amamos el fútbol, sabemos que ser hincha de un club excede la cuestión de los colores, de los títulos, de los descensos, de las victorias y de las derrotas. Hay allí representados vínculos y valores que nos identifican y que nos acompañarán hasta la tumba. Padre, tío, abuelo, amigo, aquel que nos hace fanáticos de algún club establece un nuevo modo de comunicarnos. Algo que más que compartir, algo más por lo que reír o llorar juntos. Es un modo de "elegir" una relación que nos viene impuesta por la genética o por el contexto. Es decir, elijo ser del equipo al que pertenece mi abuelo porque prefiero a mi abuelo por sobre mi padre. O a un amigo por sobre otro. Es un homenaje a nuestro ídolo o referente en los fundacionales años de la infancia. Y entonces, cuando desciende tu equipo, estamos perdiendo más que la categoría. Nadie tolera tener un ídolo de la B Nacional. Un referente de segunda categoría. El niño que fuimos, queda desamparado y sin rumbo. Y ni hablar de los que tienen hijos y le pasaron el gusto futbolísitico: ahora les toca verlos retorcerse de dolor por su culpa. No nos vamos a la B, somos de la B. Todos, juntos. Nuestros valores, nuestros recuerdos, nuestros seres queridos, vivos y muertos. Por eso la pena es tan profunda y tan genuina. Por eso, hoy en la Argentina, hay casi cinco millones de personas deambulando sin ton ni son. Con problemas físicos y emocionales, todas víctimas del "Síndrome del Descenso".



Alejandro Greco