El acuerdo pactado entre Nokia y Microsoft en febrero de este año tiene, a simple vista, el fin de catapultar a ambas compañías al segmento de los smartphones. El fin: copar una cuota del mercado que hoy se disputa entre Apple y Google.
Nokia llegó a principios de este año a una situación corporativa límite, según palabras de su propio CEO, Stephen Elop, quien la calificó como una "plataforma petrolífera en llamas".
Tan sólo días después Elop, quien se desempeñó como jefe de la división de negocios y miembro del Dream Team de Microsoft desde 2008 y hasta entrar a Nokia el año pasado, anunciaba la fusión "salvadora".
Sin embargo, analistas y usuarios de la finlandesa comenzaron a preguntarse ¿qué tan grave es la situación de Nokia? y ¿Qué tan ventajosa será la alianza con el gigante del Software?
En primer lugar, las cifras del mercado arrojan todo lo contrario a un fracaso: en 2010 hubo 360 millones de usuarios en el mundo que compraron un equipo Nokia, dejándole a la compañía 100.3 millones de dólares, con utilidades.
Por su parte, Windows Phone 7 -el sistema operativo supuestamente encargado de "apagar las llamas" de la finlandesa- alcanzó el millón y medio de ventas, distribuído en aproximadamente 12 equipos de diversos fabricantes.
En comparación Symbian^3, su par de Nokia, se lanzó durante el mismo período y vendió, con tan sólo 3 equipos, 5 millones de unidades.
Una de las mayores críticas del sistema operativo de Nokia es que "quedó atrás" en materia de competitividad. Sobre todo si lo analizamos desde la perspectiva de los colosales avances de Apple y Google, ambos líderes del segmento smartphone.
Pero lo cierto es que, si bien Nokia se asomó al mercado con dispositivos como el N97 y su más reciente N8, el fuerte de la compañía está en los teléfonos móviles de gama media, en donde sólo se disputa el liderazgo con Samsung, LG y otra asiática, ZTE. En este segmento, Nokia lleva las de ganar, ya que Symbian fue el primer sistema operativo optimizado para equipos de bajo costo, que incluso se incorporó a la era touchscreen.
Al intentar penetrar la "burbuja" de los smartphones, Nokia está corriendo el riesgo de su valor distintivo: el de fabricar no teléfonos exclusivos, sino equipos fuertes, duraderos que cumplen los requisitos necesarios para una buena experiencia del usuario.
Por otro lado, los analistas coinciden que futuro de los sistemas operativos está en el código abierto. Requisito que cumple Android, como parte de la filosofía general de Google, pero no así sus competidores, y entre ellos, Windows Phone.
Al optar por este sistema operativo, Nokia estará dejando de lado su comunidad de desarrolladores de aplicaciones móviles. Pero también, aliándose a una plataforma que, al menos en su versión 7, no está pensado para tablets.
Será cuestión de esperar a las primeras novedades conjuntas de Nokia con el gigante de Redmond para enterarnos si este maridaje corporativo será realmente la solución que extinga las "llamas" que opacaban el futuro de ambos.