La brutal matanza en la finca Los Cocos del departamento de Petén, fronterizo con México, conmocionó a Guatemala por ser una de las más atroces de los últimos años. Los cuerpos de 26 hombres y dos mujeres aparecieron decapitados, un signo que inmediatamente llevó a las autoridades a apuntar contra el sanguinario cártel de Los Zetas, que acostumbra mutilar a sus víctimas y ha ganado el control de buena parte del norte de ese país.
La masacre, no obstante, no fue totalmente implacable. Uno de los campesinos recibió una puñalada en el estómago, pero sobrevivió al fingir su propia muerte y logró escapar una vez que los criminales dejaron el lugar. Su testimonio será crucial para la investigación, que hasta el momento presenta más interrogantes que certezas.
Internado en un hospital, el hombre de 23 años -que pidió permanecer en el anonimato por temor a las represalias- relató a la agencia AFP cómo fue el ataque. "Me estaba bañando cuando a la gente le dijeron que no se moviera y comenzaron a dispararles. Los comenzaron a matar a eso de las siete de la noche del sábado y terminaron como a las tres de la mañana" del domingo, explicó.
Antes de ejecutar a los trabajadores, los sicarios les preguntaban a dónde estaba el dueño de la finca, Otto Salguero, quien comenzó a ser investigado luego de la matanza por sospechas de que está vinculado al narcotráfico.
"Estoy vivo gracias a Dios. Me hice el muerto cuando me metieron un cuchillo en el estómago, luego me fui a esconder y salí a eso de las cinco de la mañana y me encontré con un 'cabezal' (un montón de cabezas de víctimas) tirado", añadió el sobreviviente. Según confirmó un periodista de AFP, carece de escolta policial en el hospital Antonio Penados del Barrio, de San Benito, donde yacía en una camilla en uno de los pasillos.
Ensangrentado, caminó varios kilómetros en busca de ayuda por la solitaria carretera de la finca, situada en el municipio de La Libertad, unos 600 km al norte del capital. En su trayecto, se encontró con una persona que lo trasladó a un centro asistencial de San Benito, en el mismo departamento de Petén.
Con la cara pálida, el pecho colorado por los antisépticos que le aplicaron para evitar que se infectara la herida y vistiendo solamente una bata blanca, el sobreviviente contó que él y sus compañeros habían llegado hacía una semana a trabajar a la finca Los Cocos. "Nos habían contratado por un mes y nos iban a pagar 50 quetzales (siete dólares) el día, pero esto que pasó fue una tragedia", lamentó.
"Estábamos trabajando en la siembra de zacate (hierba para el ganado) y, la verdad, era la primera vez que yo había llegado allí y espero jamás volver a regresar a un lugar de aquí. Yo lo que quiero es regresar a mi aldea en Los Amates", un municipio del departamento de Izabal, vecino a Petén, agregó.
El hombre aseguró que todas las víctimas eran de Los Amates y, entre ellas, hay un padre y sus dos hijos, que eran precisamente sus mejores amigos. "Ahora, lo que quiero es regresar y estar con mis hijos", dijo. Sin embargo, su familia desconoce que sobrevivió a la matanza, porque no ha podido llamarla ya que no recuerda el número del celular de su esposa.
El ministro del Interior, Carlos Menocal, que atribuyó la masacre al cartel mexicano Los Zetas, ratificó este lunes que los sicarios buscaban al dueño de la finca, aparentemente para eliminarlo.
Por otra parte, un policía que investigaba las cercanías del lugar de la masacre resultó herido por la explosión de al menos tres granadas lanzadas por desconocidos.