El director iraní Asghar Farhadi, quien competirá este mes por el Oso de Oro en la Berlinale con su nuevo trabajo, intenta expresar el problema de forma diplomática: "Lo que solía no ser demasiado fácil ahora resulta imposible", señaló.
Los cineastas iraníes temen acabar como otro de sus compañeros, Jafar Panahi, que fue condenado a prisión.
"En un país con censura, uno sólo puede expresar lo que quiere decir no diciendo nada", explicó recientemente al realizador iraní Naser Taghvaei.
Panahi, quien fue invitado a formar parte del jurado de la Berlinale, se había mostrado crítico con Ahmadinejad antes de las elecciones. Su apoyo a la oposición hizo que acabara en la lista negra del establishment, y fue arrestado por una película que supuestamente era crítica al régimen.
Su caso fue llevado ante un tribunal revolucionario, que normalmente sólo atiende casos de seguridad nacional. Panahi fue condenado a seis años de cárcel y se le prohibió hacer cine, escribir guiones, dar entrevistas a medios iraníes o extranjeros o abandonar el país en los próximos 20 años.
"Puedo entender la prohibición de escribir o rodar, pero no salir del país ni hablar con la prensa en 20 años es atroz", declaró un realizador que prefiere mantener el anonimato.
Los abogados de Panahi apelaron la sentencia. El ministro iraní de Cultura, Mohammad Hosseini, fue citado afirmando que la decisión judicial podría suspenderse "en virtud de la apertura de mente" de la nación. Pero para ello, Panahi "debe prometer que cambiará el contenido de sus películas".
El número dos de Hosseini y jefe del departamento de Cine, Javad Shamghadri, acusó a algunos realizadores de no haber aprendido aún que "las películas críticas y la traición cultural son incluso más dañinas que el espionaje".
Ante esta situación, los cineastas no saben cómo actuar. "Creen que la presión genera efectos positivos, pero esto se pasa de la raya", dice Taghvaei. "Con la presión uno puede eliminar a los artistas, pero definitivamente no atraerá la creatividad", añadió.
Con todo, los cineastas iraníes también pueden tener problemas aunque sus películas sean ideológicamente aceptables por el régimen. Farhadi, quien en 2009 ganó el Oso de Plata en Berlín con About Elly, manifestó en un discurso en septiembre sus esperanzas de que los cineastas exiliados puedan regresar pronto al país.
Pero al Ministerio de Cultura no le gustaron nada sus declaraciones. Inmediatamente, le ordenaron detener la producción de su filme Nadar and Simin-A Separation y sólo pudo reanudar el rodaje después de asegurar en repetidas ocasiones que no pretendía expresar ninguna crítica ideológica o política.
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