Jared Lee Loughner, el joven de 22 años que disparó contra la congresista Gabrielle Giffords y mató a otras seis personas, tiene un escudo contra la pena capital. La fiscal que lleva la causa anticipó que pedirá a la Justicia que le apliquen una inyección letal. Pero junto a él, en el banquillo de los acusados estará la abogada Clarke, una "maestra estratega" -como la presentó The New York Times- en casos con riesgo de ejecución.
La letrada es conocida en el mundillo judicial de los EEUU por haber evitado la sentencia a muerte en juicios que parecían resueltos de antemano. Con una carrera de más de 30 años, ganó su prestigio defendiendo a algunos de los criminales más aborrecidos por la opinión pública estadounidense. Logró en varios casos que los tribunales canjearan los pinchazos de barbitúricos por cadenas perpetuas.
Representó, entre otros, a Theodore J. Kaczynski, el genial profesor de matemáticas conocido como "Unabomber" que envió bombas de alto impacto a universidades y aeropuertos, para protestar contra la modernización tecnológica. También a Eric Robert Rudolph, el terrorista doméstico que asesinó a dos personas e hirió a 150 durante los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996.
Tal vez su cliente más odiada fue Susan Smith, la mujer de Carolina del Sur que ahogó a sus hijos de uno y tres años en 1995. Luego de que Clarke llegara a la costa oeste y tomara el caso Smith para salvarla de la ejecución, la Legislatura de Carolina del Sur prohibió la contratación de abogados de oficio que no pertenecieran al estado en causas con chances de sentencia capital.
Luego de rescatar a Smith, Clarke devolvió al Estado los 80 mil dólares que le pagaron por su trabajo. Dijo que en el futuro servirían para la defensa de otras personas sin recursos que enfrentaran cargos similares. Sus colegas y amigos afirman que la abogada de los "monstruos" no sólo se opone a la pena de muerte por su posición legal, sino también porque se interesa por las duras experiencias de vida de sus defendidos.
"Judy probablemente diría que si el público supiera todo lo que ella sabe vería distinto a sus clientes", comentó David Bruck, un veterano abogado penalista de Washington que conoció a Clarke en la universidad. "Tiene una gran sensibilidad para dirigir hacia la vida casos que van hacia la muerte", completó Quin Denvir, un colega que la acompañó en la defensa de Kaczynski.
La doctora Clarke siente aversión por los medios de comunicación y prefiere el perfil bajo. Lejos del show en los estrados, su estilo se basa en un conocimiento profundo de las enciclopedias y manuales sobre derecho penal. "Es conocida por ser la 'abogada de abogados penales'", la describió Norman Reimer, director de la Asociación Nacional de Abogados de Defensa Penal.
La abogada, sin embargo, falló una vez. Timothy McVeigh, el ex soldado que en 1995 voló un edificio federal de Oklahoma y mató a 168 personas, fue otro de sus clientes. Clarke no pudo evitar que la Justicia ordenara su ejecución. Con la defensa del asesino de Tucson (ver nota relacionada), la letrada tendrá revancha.