¿Quién no escuchó a alguien decir alguna vez que lo mejor de la vida llega después del los 40? Pues aquellos deberán saber que no todo es color de rosa en esa etapa de plenitud para muchos. La presbicia es uno de los escollos que se deberán sortear.
"La presbicia es la falta de acomodación del cristalino, que provoca la pérdida de la visión cercana y afecta a la mayoría de las personas a los 40 años y a todos a la edad de 51", definió a Infobae.com el doctor Ernesto Rinenberg (MN 47242), quien explicó que ese proceso ocurre porque "el proceso de envejecimiento disminuye la capacidad natural de enfocar los objetos de cerca".
El director del Centro Oftalmológico Integral detalló que "esta circunstancia se manifiesta cuando la lente natural dentro del ojo (el cristalino) pierde su flexibilidad e impide el foco exacto con objetos en el campo visual cercano, tales como material de lectura".
Así es que esta dificultad en la visión de cerca fue tratada desde siempre con gafas, una solución que es temporaria ya que no sólo el problema de la acomodación empeora progresivamente sino que se requiere un cambio anual de los lentes.
Consultado acerca de si este mal es hereditario, Rinenberg destacó que "generalmente aparece a partir de los 40 años y, antes o después, no hay ser humano que lo pueda eludir".
"No está relacionado con la herencia, sino con el envejecimiento del ser humano", remarcó, por lo que enfatizó que "no hay medidas preventivas".
En este contexto, no hay más síntoma para detectarlo que la pérdida progresiva de la visión cercana, que se manifiesta con "fatiga visual al leer con poca luz o al final del día, además de tener problemas para enfocar al cambiar de cerca a la distancia, o la necesidad de reubicar constantemente el material de lectura para encontrar el foco correcto".
Ante este panorama, desde 1999, el Jorge Benozzi, docente de la Cátedra de Oftalomología de la Facultad de Medicina de la UBA y miembro de la Fundación Argentina de Glaucoma comenzó las pruebas y ensayos de un nuevo tratamiento para mejorar la capacidad de acomodación y mejorar la visión prescindiendo del uso de lentes.
El tratamiento consta de un colirio que contiene dos drogas -una de ella es un neurotransmisor y la otra un antiinflamatorio no esteroide- que, separadamente, fueron utilizadas en oftalmología desde hace más de 50 años para otras enfermedades oftalmológicas.
"El neurotransmisor complementa la disminución fisiológica de esta sustancia en el sistema nervioso central a partir de los 40 años, y el antiinflamatorio no esteroide amortigua los efectos secundarios del neurotransmisor", especificó Rinenberg. Y detalló: "El tratamiento consiste en la administración de una a tres gotas diarias de acuerdo a las características de cada paciente. Una vez iniciado el tratamiento el paciente puede abandonar los anteojos definitivamente. Si suspendiera el tratamiento, la presbicia sería la misma que cuando inició, o sea, que durante el uso de las gotas su problema de enfoque no aumentaría como le hubiera sucedido al haber usado gafas".
"Hasta la actualidad, se trataron aproximadamente tres mil pacientes, lo que revela claramente que muchos de esos pacientes llevan más de 10 años de éxito con este tratamiento", subrayó el especialista, quien hizo hincapié en que "el 80% de los pacientes présbitas pueden reemplazar sus anteojos con este tratamiento".
En tanto, el porcentaje de pacientes no se beneficia con el tratamiento con gotas (entre el 20 y el 30%) puede someterse al tratamiento quirúrgico, "que puede ser con láser excimer (presbylasik) o cambiando el cristalino y colocando los nuevos lentes intraoculares difractivos o acomodativos que permiten ver en todas las distancias", en palabras del especialista.
"Lo que demuestran estos adelantos es que se puede mejorar día a día la calidad de vida del ser humano, abandonando la dependencia de objetos que eran hasta ahora indispensables para realizar una vida normal", finalizó.