Insomnio y cefaleas, dos males que pueden tener un nexo común

Se estima que el 40% de los adultos sufre algún inconveniente para dormir y que el 80% sufrió alguna vez durante el año pasado dolor de cabeza. Cuándo consultar al médico

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Las alteraciones del sueño son muy frecuentes ya que se estima que el 40% de los adultos sufre algún inconveniente al dormir, y entre estos, el más común es el insomnio que puede ser esporádico o crónico y este último, afecta al 12% de la población, es decir, que hay numerosas personas que, la mayor parte de las noches, duermen mal y poco.

"El sueño es un estado reversible de pérdida de la percepción y de la respuesta ante estímulos externos. Este estado ocupa un tercio de la vida de las personas y su alteración produce problemas en el cuerpo y en la mente", definió el médico Neurólogo Héctor A. Zavala, quien aseguró que además del insomnio, pueden producirse otros incidentes durante el sueño como ronquidos, pesadillas, hablar o caminar dormido, inquietud de piernas, alteraciones respiratorias durante el sueño (apneas), rechinar los dientes (bruxismo) o interrupción del sueño por severa cefalea (cefaleas hípnicas).

Según el miembro de la Federación Latinoamericana de Neurología, tanto los dolores de cabeza como las alteraciones del sueño son muy frecuentes y es importante conocer si tienen alguna conexión fisiológica, si una alteración lleva a la otra o si, por ser tan frecuentes, coinciden en la misma persona. "En este sentido, es importante aclarar que el 80% de las personas, el año anterior, ha sufrido alguna vez de dolor de cabeza; entre los dolores de cabeza, la migraña es quizás la más preocupante y se presenta en el 15% de las mujeres y el 6% de los hombres", aseguró.

Algunas cefaleas están indiscutiblemente relacionadas con el sueño. Es el caso de la cefalea de la hipoxemia (son las que ocurren por apneas de sueño cuando hay mala oxigenación cerebral durante el sueño).

Otro caso es la cefalea hípnica (aparece al poco tiempo de dormirse, despierta al que la padece y dura media hora o más, siendo severa y suele producirse casi a la misma hora todas las noches; afecta a personas de 50 años o más).

El especialista destacó que estas dos cefaleas son poco frecuentes. "En cambio, el dolor de cabeza de la migraña, es muy frecuente. La migraña es una alteración que comienza como dolor en un lado de la cabeza o en la parte posterior del cuello, aumenta rápidamente y suele acompañarse de intolerancia a la luz, a los ruidos, a los olores y en algunas ocasiones, también hay náuseas y vómitos, puede durar tres horas o más, es un dolor severo, que puede repetirse varias veces en el mes y que con frecuencia comienza en la madrugada, poco antes del despertar". El 50% de los migrañosos sufren alteraciones del sueño, suelen despertarse durante la noche, en ocasiones sienten temor o ansiedad antes de dormir y también pueden experimentar sudoración nocturna, el sueño no es reparador, son roncadores (el 10,5 % de la población general ronca al dormir), tienen pesadillas y se mueven mucho mientras duermen.

Otro tema interesante es el sonambulismo. Esta alteración es más frecuente en la infancia, entre los 4 a 8 años cuando entre el 2 al 7% de los niños pueden ser sonámbulos y se pudo establecer que el 35 al 55 % de los migrañosos han sido sonámbulos en su infancia. Los sonámbulos no recuerdan este acontecimiento y en muchas ocasiones, los padres no se enteran de lo que está pasando.

"El nexo entre la migraña y el sonambulismo es una sustancia química que existe normalmente en el cerebro: la serotonina (un neurotransmisor), pero en estas alteraciones, la serotonina actúa en forma diferente durante una de las etapas del sueño y por consiguiente se puede pensar que estas dos situaciones, migraña y sonambulismo, podrían compartir las mismas vías neurológicas y químicas", explicó Zavala, quien remarcó que una clave para desentrañar esta relación de la cefalea y el sueño, hay que buscarla en una zona anatómica muy activa: el hipotálamo.

Está ubicado en la zona central e inferior del cerebro, arriba de la hipófisis, es una zona muy pequeña (solo tiene unos 3 a 5 centímetros cúbicos y pesa menos de 7 gramos), pero es la "estación" donde llegan y salen numerosas vías nerviosas que conducen las sensaciones de dolor, fatiga, estímulos hormonales, estímulos visuales, sensaciones anímicas, etc., allí se producen numerosas sustancias químicas que actúan transmitiendo mensajes a otras partes del cerebro, algunos investigadores le han llamado el "reloj maestro" y en realidad es así, porque regula los tiempos del organismo: el ciclo menstrual de la mujer cada 28 días, el embarazo que dura 9 meses, las horas de vigilia y de sueño, etc. El hipotálamo está involucrado en la circulación de la melatonina y de la serotonina y estos dos neurotransmisores están ligados a la cefalea y al sueño.

Otra alteración que suele ser motivo de consulta es la cefalea matutina crónica, es decir, personas que la mayor parte de los días se despiertan con dolor de cabeza; éste es un síntoma que aflige al 7,6 % de la población, que con frecuencia padecen insomnio, alteraciones respiratorias durante el sueño, ronquidos intensos, pesadillas, depresión o ansiedad. Esta "cefalea del despertar", se ve más en los que respiran mal durante el sueño, la situación típica de esta alternativa es la "apnea del sueño".

Cuando las alteraciones del sueño aparecen en individuos que también sufren cefaleas, se debería hacer un diagnóstico de certeza de la causa de esa cefalea (historia clínica, examen neurológico, estudio con imágenes, etc.) si se trata de una migraña y esta es frecuente, indicar tratamiento preventivo (moduladores neuronales) y tratamiento para la crisis (triptanos) ya que la mejoría de ambas situaciones (migraña y alteraciones del sueño) debe tratar de obtenerse en forma simultánea.

Si bien la gran mayoría de las consultas que recibimos por alteraciones del sueño y cefaleas no están provocadas por alteraciones estructurales (tumores, alteraciones circulatorias, vasculares o pulmonares), es conveniente que siempre se estudie minuciosamente al paciente: antecedentes, medicaciones que consume, examen clínico y neurológico y estudios complementarios (laboratorio e imágenes), solo así podrá efectuarse un diagnóstico de certeza e indicar el tratamiento adecuado.