La selección argentina y la barra brava: una relación con historia

El vínculo no es nuevo. Del "Abuelo" al "Gusano" Pugliese, los barras argentinos tienen un fuerte vínculo histórico con los mundiales

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La presencia de 30 barrabravas en el avión del plantel argentino que viajó al Mundial de Sudáfrica causó tanto sorpresa como indignación. La ONG "Familiares de Victimas de la Violencia en el Fútbol Argentino" (FAVIFA) llegó incluso a presentar una denuncia contra el Presidente de la AFA, Julio Grondona, por este traslado.

Si bien se trataba de un vuelo comercial, sorprendió el hecho de que los barras pudieran viajar junto a la selección argentina. Sin embargo, esta relación no es nueva, sino que data de largo tiempo.

Ya en el Mundial de México 1986, José Barritta, líder de la barra brava de Boca más conocido como "El Abuelo", y sus compañeros pudieron asistir al torneo gracias al aporte del por entonces presidente del club, Julio Alegre.

Durante el campeonato, los violentos argentinos, completados por facciones de Estudiantes, Chacarita y Nueva Chicago, se enfrentaron, pese al atento control de la Guardía de Infantería Mexicana, con "hooligans" británicos en el cruce de las avenidas Reforma y Constitución.

Los ingleses sufrieron una paliza, perdieron banderas y varios de ellos debieron ser hospitalizados en el país azteca.

El viaje recibió el beneplácito del por entonces entrenador y actual manager de la Selección, Carlos Salvador Bilardo, quien reconoció haber puesto plata para su traslado. El DT consideraba como "fundamental" el apoyo desde las tribunas para el equipo.

"El Abuelo" también encabezó la comitiva a Italia 1990, donde "La Doce" protagonizó un enfrentamiento con sus pares de Independiente para definir quienes se ubicarían detrás del arco argentino en los estadios.

Para la organización del Mundial de 1994, los Estados Unidos establecieron un fuerte operativo para evitar el ingreso de hinchadas violentas.

Se afirmaba incluso que la embajada estadounidense mantendría un férreo control en la entrega de visas. Pese a todo, "La Doce" dijo presente y respaldó al elenco entonces conducido por Alfio Basile.

Francia, organizador de la Copa del Mundo de 1998, realizó grandes esfuerzos para controlar el ingreso y desplazamiento de los barras argentinos. Por ese entonces, la Sureté, cuerpo especial de investigaciones de la policía francesa, calificó a los argentinos como los más violentos y peligrosos de Sudamérica.

En este campeonato, la presencia barrabrava fue de carácter más heterogéneo: "La Doce" no tuvo la mayoría debido a que varios clubes contaron con grupos que los "representaban". Se habló por entonces de la llegada de hasta 200 integrantes.

En Corea-Japón 2002, las medidas de seguridad no fueron menores. En este torneo, sin embargo, la presencia barrabrava disminuyó. Esto posiblemente se haya debido no a las medidas de seguridad, sino a la conjunción de la crisis económica que el país atravesaba y a los elevados precios de los países asiáticos.

Alemania 2006 marcó el regreso de los violentos argentinos a los mundiales, con las barras de River e Independiente a la cabeza. Los hermanos Alan y William Schlenker y Adrián Rousseau, posteriormente procesados por diferentes enfrentamientos internos de "Los Borrachos del Tablón", encabezaron la comitiva.

Para el torneo de este año, el vocero de la ONG "Hinchadas Unidas Argentinas" (HUA), Marcelo Mallo, ya avisó que viajarán alrededor de 300 barrabravas. Esto se suma además a los 30 violentos que tuvieron la posibilidad de subirse al avión que desplazó a la selección argentina a Sudáfrica.

Entre ellos se encuentra "El Gusano" Ariel Pugliese, reconocido barra de Nueva Chicago, a quien la AFA asignó durante las eliminatorias como custodio personal de Lionel Messi. Pugliese es también acusado de haber participado en los incidentes provocados durante la Feria del Libro de este año en la presentación del libro de Gustavo Noriega, "Indek, historia de una estafa".

La AFA se desentendió por completo del viaje de los violentos a Sudáfrica, sin embargo el dirigente de Boca Juan Carlos Crespi terminó por reconocer: "Acá nos conocemos todos".