Pablo Antonio Amín, un santiagueño de 26 años que fue detenido por estrangular y mutilar a su esposa, Maria Marta Arias, en un hotel de cinco estrellas de la capital tucumana el 28 de octubre de 2007, está siendo juzgado.
Sin embargo, pese a haber confesado el crimen durante la instrucción de la causa, el imputado comenzó a actuar de manera extraña en el comienzo del juicio y sospechan que se quiere hacer pasar por loco para ser declarado inimputable.
De hecho, el lunes pasado, durante la primera de la diez audiencias que se harán, Amín mostró actitudes anormales, habló en inglés, contestó cosas que nada tenían que ver con las preguntas que se le hacían, interrumpió a los peritos y hasta fue echado de la sala por el presidente del tribunal, Emilio Herrera Molina.
Cuando confesó el asesinato, Amín relató que el 27 de octubre de 2007 viajó desde Santiago del Estero a Tucumán junto con su esposa. Allí, recordó que se comportó de manera extraña, al punto tal que corrió en medio de los árboles, entró a una Iglesia a beber agua bendita y hasta le pidió a la Policía que lo detenga, pero fue llevado por los oficiales a un médico que lo examinó.
Luego, el hombre y su esposa volvieron al hotel donde se alojaban y, según las propias palabras del ahora imputado, "mientras estaba acostado me puse sobre ella y comencé a apretarle el cuello con las manos con todas mis fuerzas". Luego, le cortó los párpados con un bisturí, mientras su mujer estaba aún moribunda, le arrancó los ojos y los dejó sobre la cama. Finalmente, arrastró el cuerpo de la joven desde el quinto hasta el primer piso, donde se cruzó con empleados del lugar que hicieron la denuncia.
Luego del tremendo hecho, una junta integrada por cinco psicólogas, una médica forense y una psiquiatra examinó a Amín y consideró que el hombre "no es psicótico", sino que tiene un trastorno límite y un trastorno antisocial. Sin embargo, una de las especialistas dijo que "sabe lo que hizo. Ninguno de los trastornos que padece alteran la capacidad razonamiento".
Por el contrario, Roberto Flores, defensor de Amín, opinó que "está muy claro que es inimputable; se trata de una persona enferma, que actuó en un estado de delirio", publicó el diario Clarín.