Ser anfitrión dista de ser una tarea fácil. Están quienes lo consideran una experiencia sumamente agradable, quienes disfrutan cada instante de todos sus invitados y logran transmitir el calor del hogar.
Para otros (y no son pocos) recibir gente es un dolor de cabeza y el solo hecho de abrir las puertas de casa les produce tal sensación de estrés que terminan arruinando la velada y, lo peor de todo, es que nadie quiere volver a pisar el hogar en cuestión.
?Hay tres secretos que fueron las reglas de oro de mi mamá. Recibir con calidez, con sencillez y siempre con gran sonrisa?, destacó Rose Galfione, especialista en protocolo, que acaba de sacar el libro El arte de recibir en casa.
En una entrevista con Infobae.com, la autora destacó la importancia de la sonrisa de quien recibe: "No hay vino ni manjar que pueda suplir la buena predisposición de un anfitrión con sus invitados".
Con una calidez y una pasión altamente contagiosas, Galfione reconoció que en este libro, algo así como su "nuevo hijo", intenta ahondar en el arte de ser un buen anfitrión con ejemplos que van desde lo más formal hasta la sencillez de un asado o pizzas en casa.
"Toca todos y cada uno de los temas: los modales en la mesa, la forma de ubicar a los invitados, el servicio y la elección de los platos y las bebidas para los distintos eventos que puedan presentarse. Está lejos de ser un libro de ceremonial y protocolo y, lo más importante, está aggiornado a los tiempos que corren", reconoce.
Experta en organización de eventos, Galfione sostuvo que el estrés es el peor enemigo de las reuniones: "Lo fundamental es disfrutar, no dejar todo para último momento ni excederte en tus posibilidades. Antes del estrés, es preferible invitar con un café o a comer afuera".
Las claves de un buen anfitrión
El primer capítulo de El arte de recibir en casa revela el decálogo del buen anfitrión con las reglas que deben tener en cuenta los que reciben gente y también los invitados.
La primera de las claves consiste en invitar con sello propio, que se logra con una buena dosis de ganas, buen humor, calidez y encanto. "Para hacer sentir a los demás a gusto, primero debemos estarlo nosotros mismos. Si organizamos algo ajeno a nuestro estilo o forma de ser, nos sentiremos extraños en nuestra propia casa", señala la autora en la publicación.
Recibir con alegría porque, según Galfone, "querer recibir y desear asistir son claves para que se dé el mágico encanto de un encuentro social". Cuando no hay ánimos, "no hay manjares ni lujos que puedan revertir la situación".
En saber invitar también reside una de las reglas más importantes. Puede hacerse por escrito o por teléfono, con invitaciones informales (entre cuatro y siete días antes) o invitaciones formales (impresas, con un mínimo de diez días antes y un máximo de 30 días). En caso de rechazar la invitación, siempre hay que dar un motivo "para no herir susceptibilidades".
Fijar la hora adecuadamente es importante aunque la experta reconoce, tras años de experiencia, que hay casos imposibles de manejar, como los "imponderables".
La ambientación cálida implica, a su vez, "ocuparse de todo aquello que no se ve pero que se percibe por el entorno". Los tres detalles que pueden arruinar un evento: la iluminación, la música y la temperatura (¿hay algo peor que una casa helada?).
La elección del menú y los vinos es lo más difícil. Si bien depende de factores como el presupuesto o la cantidad de invitados, lo más importante es tener "alma generosa" para darle al invitado lo mejor que tenemos. Otro tip de Galfione: la bebida tiene que ser pareja y coherente con el tipo de comida.
Tocar un tema inadecuado en una reunión puede llevarla al fracaso. Por ende, siempre hay que intentar evitar ciertas conversaciones (como las clásicas de política y economía). La función del anfitrión es clave ya que, con cuidado y disimulo, es el encargado de que la comunicación fluya. Ojo con excesos: tampoco es bueno quedarse callado o no parar de hablar ni un segundo.
La octava regla se refiere a los ritmos durante una comida. En El arte de recibir dice que "todos deben estar pendientes del ritmo que lleva el resto de los invitados mientras comen, para así lograr un equilibrio entre palabras y bocados".
Ser detallista, de principio a fin, es algo que Galfione heredó de su madre: "Aprendí que la distinción y la belleza están en la sencillez y que las cosas grandes se ven en esos pequeños pero perceptibles detalles". Ejemplos para sorprender a los invitados hay de sobra: un ramo de flores, un regalo junto al plato o un rico casero. Lo importante es que sienta que uno les dedicó tiempo y esfuerzo.
"Hacer del recibir un verdadero arte" es el último de los tips. "Agasajar es ofrecer, es dedicar", señaló la especialista quien, tras una vasta experiencia en el tema, se animó a escribir que en planificar reside la clave desde el más estricto ceremonial hasta la más sencilla reunión en casa.
¿Qué llevamos de regalo?
Cuando nos invitan a un evento, siempre surge esta cuestión de qué llevar de regalo para no caer "aplaudiendo". No es obligatorio pero es un buen símbolo de agradecimiento a los dueños de casa.
La autora indica que una caja de bombones es perfecta y que, si de bebidas de trata, lo menos comprometido son los licores. Además, el vino no se regala. Galfione explica que "solamente lo haremos cuando viajamos al exterior o cuando se elige una botella de una bodega reconocida y de cosecha especial".
Las flores son válidas pero jamás hay que llevar alimentos, salvo que exista mucha confianza con los anfitriones.
Si es un evento muy concurrido el obsequio tiene que tener tarjeta personal. Otro tip de la especialista en protocolo es no descuidar el envoltorio: un regalo mal presentado pierde todo su encanto.