Cuando una persona deja de ser simplemente un adulto para transformarse en un "adulto mayor", sobrevienen diferentes problemas, de salud y afectivos. Si bien parecería que los primeros pueden solucionarse ?o, al menos, mantenerse a raya- con una simple visita al especialista, muchas veces los pacientes de edad avanzada caen en lo que se conoce como "polifarmacia indiscriminada".
Se trata del uso indiscriminado de múltiples drogas, y se diferencia de la "polimedicación", que es el uso racional de medicamentos con efectos adicionales (terapias combinadas en pequeñas dosis). Para esto se requiere de un estudio integral del paciente, y un acompañamiento médico y familiar que lo ayude a cumplir el esquema de medicación.
Actualmente, los geriatras se encuentran mucho más entrenados en el tratamiento de los mayores que hace algunos años, y pueden controlar mejor las enfermedades crónicas que con la edad se vuelven más frecuentes (como diabetes, hipertensión, problemas cardiovasculares, osteoporosis). Pero es común que cada problema de salud se trate por separado, sin tener en cuenta las drogas prescritas por otros especialistas y cómo el paciente podría responder a su interacción.
Caso testigo
A un paciente con trastornos de conducta, se le receta un psicofármaco que produce temblores similares a los de la enfermedad de Parkinson como efecto adverso; y en vez de discontinuar el primer medicamento, se le receta una segunda droga contra el Parkinson. Este segundo remedio a la vez lo constipa, lo que se resuelve mediante un laxante: el laxante puede generar un desequilibrio hidroelectrolítico que puede llevar a la hipertensión arterial y potencialmente asociarse a una caída, y así sucesivamente. Esto, sin contar el riesgo de daños renales o hepáticos por sobremedicación, que es tanto mayor a medida que aumenta la edad, según confirman múltiples estudios.
"En 1995 participé de un estudio con más de 1.000 pacientes en PAMI, en el que vimos que cada uno recibía en promedio 9,6 medicamentos a la vez", relató Moisés Schapira, especialista en Geriatría y director médico de Hirsch, centro para adultos mayores.
Según criterios internacionales, algunos ejemplos de medicamentos inapropiados son los antihipertensivos de efecto muy intenso y veloz, así como las benzodiazepinas (tranquilizantes de alta vida media), algunos opiáceos y laxantes, los antidepresivos tricíclicos o los anticolinérgicos (antialérgicos), que pueden producir confusión, un descenso de la presión al pararse, entre otros efectos adversos.
"Otro problema se da cuando no se controlan los efectos secundarios de los medicamentos, que es lo que generalmente ocurre. Por eso el seguimiento de la historia clínica de cada paciente es fundamental", agregó Schapira.
Actualmente, un 13,6% de la población argentina ?casi 5 millones y medio de personas? tiene, según el último Censo Nacional de Población y Vivienda, más de 60 años. La Organización Panamericana de la Salud estima que esta franja de la población crecerá en América Latina hasta ser en el año 2025 un 138% mayor que hoy (13 millones en nuestro país, de respetarse esta tendencia). Por otra parte, más de un millón de argentinos tiene, ya hoy, más de 80 años.