La denominación "chancho" como sinónimo de cautivo, tal cual consta en una escucha de la investigación del "Caso Bergara", es usada en la jerga policial a raíz del secuestro extorsivo del joven Abel Ayerza, a quienes sus captores asesinaron en 1932 por el error de un telegrafista.
El "Caso Ayerza" fue el principio del fin de la mafia rosarina comandada por Juan Galiffi, "Don Chicho Grande", e integrada por inmigrantes sicilianos, que a principios del siglo XX instaló en la Argentina el secuestro extorsivo como modalidad delictiva.
Abel Ayerza era un estudiante de medicina que al volver del cine de la localidad cordobesa de Marcos Juárez hacia una estancia familiar, junto a dos compañeros y un peón, fue secuestrado por un grupo de delincuentes que respondían a "Chicho Grande".
Horas después, la familia Ayerza recibió una carta en la que le exigían 120.000 pesos de rescate, que fue pagado sin dudar, no obstante el joven nunca fue liberado.
Meses después se supo que cuando los "cerebros" del hecho recibieron el dinero enviaron a un miembro de la organización para que telegrafiara, a quienes lo mantenían cautivo, la orden de liberar a Ayerza.
El operador del telégrafo comprendió mal y transmitió la frase "maten el chancho", en lugar de la contraseña pactada: "Manden el chancho".
Los cuidadores del secuestrado en la localidad cordobesa de Corral de Bustos creyeron que todo se había complicado en extremo, por lo que uno de ellos condujo al joven hacia un maizal y lo asesinó de un escopetazo por la espalda.
La Policía Federal resolvió el caso y cinco miembros de la mafia rosarina fueron condenados a prisión perpetua. "Chico Grande" fue deportado a Italia en 1933, donde murió 10 años después.