La organización criminal ha establecido fábricas de "semi sumergibles" en la selva de Colombia, desde donde salen "centenares" de esos vehículos marinos hacia México, indica el reportaje, centrado en una entrevista con el almirante James Stavridis, jefe del Comando del Sur del Departamento de Defensa de los EEUU.
Cada aparato tiene capacidad para transportar hasta diez toneladas de droga y puede navegar a cinco metros de profundidad, manteniendo únicamente a flote su periscopio.
Están construidos con fibra de vidrio, madera o metal y tienen un costo de unos dos millones de dólares.
Pueden albergar una tripulación de hasta cuatro personas, pero este año han sido detectados algunos submarinos operados por control remoto.
Según Stavridis, los sumergibles se han convertido en "una molestia" y "una verdadera preocupación", por lo que las autoridades norteamericanas y mexicanas han reforzado su colaboración para detectarlos.
En 2006, la Guardia Costera y el Departamento de Defensa de los EEUU capturó 3 de estos aparatos, cifra que se elevó a 40 en 2007 y que en lo que va de 2008 ha ascendido a más de 100.
Las embarcaciones tienen necesidad de refrescar a menudo su provisión de aire, lo que ha facilitado las capturas en alta mar.
Las naves subacuáticas, que emplean un motor diesel adaptado y pueden desplazarse hasta a seis nudos por hora, pueden ser confundidas por el sonar con delfines o con ballenas por su tamaño.
Las fuerzas de seguridad de los EEUU emplean las mismas técnicas que se usaban para detectar submarinos soviéticos durante la Guerra Fría.
Los sumergibles emergen a varios kilómetros de las costas mexicanas, donde son contactados por lanchas rápidas que después introducen la droga en el interior del país, para trasladarla luego a los Estados Unidos.
En el artículo aparece también la versión del ex comandante en jefe de las Fuerzas Militares de Colombia, Carlos Alberto Ospina, quien afirma que esa tendencia se observaba en el cártel del Norte del Valle desde hace unos cinco años.
El general opinó además que, igual que existió en México un "Señor de los cielos", en alusión al narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, podría haber en Colombia un "Señor de los mares".
Carrillo Fuentes, cabeza del cártel de Juárez fallecido en 1997 tras una operación de cirugía estética, se ganó su apodo por la flota de avionetas que empleaba para introducir droga en los Estados Unidos.