Que la vida no es color de rosas, no es novedad. Que las parejas pasan por diferentes etapas, tampoco. El éxito radicará en la forma en que cada una atraviese esos momentos y que entiendan que -muchas veces- replantearse cosas no implica indefectiblemente que se haya dejado de amar.
"Si bien no corroboré en mi experiencia que la primera gran crisis ocurra en el séptimo año de pareja, sí es cierto que todas las relaciones tienen un tiempo de replanteo y de reelegirse". Así de simple y concisa fue la psicoanalista consultada por Infobae.com.
Ok. La suerte está echada. La crisis va a llegar. Y sus causas pueden ser múltiples.
Para la licenciada María Gabriela Pedrotti, coordinadora supervisora y docente del Centro Dos, de entre los variados factores, predomina el hecho de que "uno se encuentra con el otro en un momento donde privilegia ciertas cosas y el paso del tiempo lo hace cambiar".
Así, según la profesional, podría entenderse que si lo que un hombre buscaba es una madre para sus hijos, cuando los hijos crezcan su "función" habrá pasado.
"Existen cambios respecto a los ideales; la causa por la que la elegí a una persona cambia", aseguró Pedrotti, para quien "nadie tiene asegurado que no vaya a cambiar con los años".
Lo que la profesional consultada destacó es que "nunca" las crisis están motivadas por la misma razón. Y ejemplificó: "Alguien puede mirar a un tercero porque atraviesa un período en el que necesita sentirse mirado. A veces `mirar afuera` no implica querer mirar afuera".
Consultada acerca de si la llegada de los hijos influye, destacó que ése es un momento en el que se produce "un recambio libidinal".
"Hay que reencontrarse, encontrar la manera de disfrutar, salir solos de noche", aconsejó Pedrotti, para quien estos tiempos se encuentran "si hay disposición para hacerlo". Y remarcó que "no siempre tener hijos implica reducir el disfrute; son cosas que no se pueden anticipar, las descubrís cuando pasan".
Así las cosas, parece ser que hay un momento en que el decaimiento de la atención que la pareja parece inevitable. "No podría decir que sí o sí va a ocurrir a los siete años de conocerse o convivir, sí es de destacar que se trata de un tiempo (siete años) suficiente para darse cuenta que la pareja no era la panacea que se creía", subrayó la profesional.
"La única regla es no 'tapar' eso; no asustarse ante la pregunta por temor a lo que lleve el interrogante", sugirió, al tiempo que reconoció que "abrir una olla puede implicar llegar a un lugar que no se tenga ganas".
Para seguir con la metáfora de la olla, Pedrotti finalizó: "Cuando algo se destapó ya está. Hay que pensar que existen nuevos caminos y que no siempre que se está mal con la pareja hay que separarse de la persona, sino a veces de lo que hay que 'divorciarse' es de formas de vivir o pensar, lo cual no implica cortar con la persona".
"Muchas veces alguien se separa de una persona y con otra vuelven a surgir los mismos interrogantes, porque en realidad lleva la misma vida", dijo a modo de reflexión.