Una muerte que tiene un antecedente calcado

El 19 de diciembre de 1997, un hincha de Huracán, Ulises Fernández, fue asesinado en medio de una pelea entre barrabravas de San Lorenzo y Huracán, cerca del Nuevo Gasómetro

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Pasó una década, pero el crimen de Emanuel Álvarez, de 21 años, volvió a traer a la memoria otra muerte, casi calcada, la del fanático de Huracán Ulises Fernández.


El 19 de diciembre de 1997,

Fernández fue asesinado en medio de una pelea entre las barras de Huracán y San Lorenzo, en las cercanías del Nuevo Gasómetro.



La bala calibre 22 que terminó con la vida del hincha de Huracán, sobre la avenida Cruz, fue disparada desde adentro de la Ciudad Deportiva de San Lorenzo.



La emboscada tuvo epicentro en la confitería de la institución de Boedo, sita en la avenida Francisco Fernández de la Cruz y Perito Moreno. A las 18, hinchas de Huracán se encaminaban hacia la cancha y fueron sorprendidos por un grupo rival que disparó sus armas de fuego y arrojó piedras.


El enfrentamiento se trasladó a metros de allí, a Cruz, entre Matanza y Charrúa, donde cayó herido de muerte Ulises Fernández, con un balazo en el cráneo y otro que se alojó en el cuello.



Esa encarnizada lucha dejó además dos heridos graves, uno de los cuales, Eric Gustavo Castro, de 20 años, también hincha de Huracán, debió ser operado en el Hospital Penna por un profundo tajo en el abdomen.



Desde entonces cada vez que se avecina el clásico entre San Lorenzo y Huracán se extreman las medidas de seguridad y se espera la peor reacción violenta, dado el código no escrito de las barrabravas de vengar sangre con más sangre.



Los dirigentes acostumbran decir que los violentos ganan su espacio entre los fanáticos de los equipos con la fuerza de los hechos.

Procuran demostrar con agresiones y ataques, que llegan al homicidio, la supremacía y el predicamento que tienen sobre otros sectores de la hinchada. Así se imponen y marcan su territorio, por lo que un crimen se vuelve la antesala de otros que se repiten año tras año.