Mi infancia son recuerdos de un jardín de Burzaco, la bicicleta, que como una nave me llevaba a recorrer las calles que eran mi mundo, los vecinos jugando en la vereda, las figuritas, la payana, el aire del lugar, las chicharras, algunos porrazos trepando a la higuera traicionera y el infaltable tenis con mis hermanos o en la pared del fondo que era el frontón ideal.
Los fines de semana la tradición familiar invitaba a ir al club. Primero venía el asado, y después todos a la cancha, torneos para todos los gustos, hasta en las vacaciones el tenis siempre presente y entre los recuerdos no se me borran: el ruido de la pelota, las zapatillas deslizándose en el polvo de ladrillo, la canilla al lado de la cancha que era un oasis a la hora de terminar el partido, el entrenamiento, la competencia, los trofeos, y el profe que cada día nos sorprendía con un nuevo ejercicio alentándonos a mejorar.
Creo que fue mi padre quien me trasmitió algunos secretos que son la esencia de este deporte. Recuerdo de adolescente jugando en un torneo con él de compañero de dobles, el primer set 5 a 0, ya estaba perdido, y en ese momento me dijo ??olvidate de este set, soltá el golpe, soltate vos, no importa perder la pelota, enfoquémonos en el próximo set?? desde ahí, no sé bien porqué el partido se dio vuelta.
Después las vueltas de la vida, me llevaron por otros rumbos: los años de adolescencia, la venta de la casa de Burzaco, la mudanza a un departamento pequeño en capital, la escuela secundaria, y los primeros trabajos.
Después llegó el amor, los hijos y las responsabilidades. Por una u otra circunstancia me alejé de ese mundo. Transité por distintos trabajos: atención al cliente, marketing, diseño web. En este sentido me confronté con un estilo de vida distinto en donde pude palpar en carne propia el estrés laboral, la rutina, el desgaste, lo transitorio de los vínculos entre las personas.
Fue un comentario casual, inesperado, contingente lo que me condujo otra vez hacia mi verdadero camino: el tenis, la enseñanza, la transmisión de un estilo de vida. Hice el profesorado de tenis, me recibí y ahora me dedico a esto.
Tengo la convicción de que en el transcurrir de la vida, en esta sociedad que nos toca vivir cada vez más exigente, en donde los cambios vertiginosos, los avances tecnológicos que superan lo imaginable, y las grandes presiones con las que cada individuo se enfrenta, se puede encontrar un alivio, un escape, un respiro al menos pudiendo dedicar una hora a la semana al deporte. Lo observo cada día en mis alumnos adultos y niños.
Para concluir, una frase que resume aquello que aspiro trasmitir en mis clases, un recorte de una película de los ?90 Despertares ??el espíritu humano es lo que debemos alimentar con? las cosas importantes? las que teníamos olvidadas? las cosas sencillas??.
Sebastián Ortiz
Profesor Nacional de Tenis
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