María Livia tiene 58 años, es salteña y dice recibir mensajes de la Virgen María. Por eso, desde hace cinco años no menos de 300 mil personas se acercan, anualmente, al cerro 20 de Febrero.
Para llegar a la zona de "trabajo" de María Livia, hay que transitar el llamado "Camino de fe y recogimiento", un sendero de 350 metros de tierra y piedras. Los fieles lo recorren a pie, en sillas de ruedas, muletas o incluso de rodillas, y en el más profundo silencio. Piden por una enfermedad incurable, por un embarazo que no llega y por mayor suerte en la búsqueda de trabajo. Muchos afirman que esta mujer logró que tumores desaparecieran como por arte de magia.
A la sombra de sauces y aguaribays, los peregrinos dicen "entrar en trance", se desploman y agitan, lloran y se marean. Si alguno se descompone, los ayudantes de la "sanadora" lo socorren.
Según informó el matutino Ámbito Financiero, en el playón sólo se permite tomar agua. Chicles y comida deben ser abandonados al pie del cerro. El bullicio también está prohibido.
¿Movida turística e inmobiliaria?
Desde que esta amada de casa con tres hijos, casada con un contador y con un buen pasar económico se instaló en el cerro 20 de Febrero, muchas hipótesis comenzaron a tejerse.
Dado que la afluencia de turistas creció en la provincia de Salta de 300 mil a 850 mil anuales con la instalación de la "mujer milagrosa", muchos opinan que su accionar sólo busca ganar dinero con la desesperación de la gente. Sin embargo, un colaborador de la familia afirma que no aceptan donaciones, y está prohibida la venta en el playón y el sendero de cualquier tipo de merchandising o producto.
Por otra parte, la existencia de un barrio privado al pie del cerro, propiedad de Emilio Cantarero (ex senador recordado por el caso Banelco), también levanta sospechas.
La palabra de la Iglesia
Para la cúpula eclesiástica de Salta, el caso de María Livia constituye una iniciativa particular de una organización civil, de la cual no tiene conocimiento la Iglesia ni está insertada en su calendario oficial.
Por su parte, el cardenal Jorge Bergoglio recomendó a los sacerdotes de la zona que se abstuvieran de celebrar la Eucaristía en ese cerro.
Testigos afirman que Carlos Carrascosa se acercó hasta el cerro 20 de Febrero a ver a María Livia en pleno proceso de instrucción de la causa por el crimen de su esposa, María Marta García Belsunce. Luego, el viudo fue condenado sólo por encubrir el asesinato, y no por su autoría. ¿Habrá sido por intercesión de la Virgen?