Un recorrido "de terror" por el Hospital de Clínicas

Infobae.com visitó las 17 plantas de uno de los centros de salud públicos más prestigiosos del país, que depende de una UBA acéfala. Qué pasa adentro del emblemático hospital. Imágenes que impactan

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 Charly Díaz Azcué 162
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La particularidad del Hospital de Clínicas es que no depende de Salud porteña o nacional, sino de la Universidad de Buenos Aires (UBA), cuyo presupuesto proviene del Ministerio de Educación. Y recorrer sus instalaciones  irrita a cualquiera.
 
Ya en el ingreso, una escandalosa pegatina política partidaria recibe los pacientes, quienes a pasos del hall central, encuentran 2 de las 4 escaleras mecánicas que conducen al entrepiso, con fajas de seguridad y clausuradas.
 
En el suelo, colillas de cigarrillo -que se expanden en casi todos los pasillos de las plantas, no así en las salas-, buena capa de tierra y desechos varios.
 
Si el paciente sube, encuentra que las condiciones del Clínicas van mejorando hasta llegar al piso 10 y 11 de los 12 que tiene y que parecen " clínica privada", como lo apodaron muchos internamente.
 
Si se camina hacia abajo, en cambio, -el edificio tiene 3 subsuelos- el instituto se convierte en oscuro y cuasi tenebroso, por el 'mix' de poco o ningún estado higiénico y la falta de mantenimiento.
 
Ese primer subsuelo se encuentra atestado de un ruido ensordecedor que producen maquinarias internas del edificio, cual si fuera una usina industrial.
 
Muchos, al ser derivados hacia ese sector, en el que se encuentra Recursos Humanos de la UBA entre otros, retroceden asustados al creer que se confundieron el sector con Intendencia.
 
Pero pronto aparecen carteles señaladores que indican que el camino no ha sido errado. Ventanas rotas, bolsas de basura en cualquier lugar, agujeros en los techos, instalaciones eléctricas viejas sin tubos de luz, goteras permanentes y hasta un cúmulo de arena es paisaje común.

Hace tres semanas, en este subsuelo se rompió un caño que castigó a pacientes y trabajadores durante días: se inundó parcialmente la planta y se vio a enfermos caminar con el trípode y suero colgante, en pantuflas, sobre un mar de agua.
 
Según comentarios del personal: "Como los caños están oxidados, podridos, viejos, es común que se rompan cada tanto, estamos acostumbrados".
 
Se suma que no funciona radiología hace semanas para la apertura de legajos y exámenes preocupacionales: algunos dicen que es por falta de máquina, otros porque no hay placas o líquido revelador.
 
Lo cierto es que a muchos los derivan a la hora de tomar lo que parece básico en un hospital del calibre del Clínicas: una simple placa.
 
La pegatina partidaria (que contienen mensajes proselitistas de distintas causas políticas estudiantiles e internas hospitalarias) cobra vigor en el segundo y tercer subsuelo que cuenta con el aditamento de mensajes insultantes escritos en aerosol rojo y negro en paredes que no pueden jactarse de estar completas de azulejos.
 
En los recovecos, personal y pacientes fumando, olvidándose de que se desempeñan en un hospital donde se asiste a personas enfermas y no en una despensa.
 
El tercer subsuelo, que no se utiliza, es el más deteriorado.
 
No hay pared que se salve de la severa humedad que se deja traslucir en manchones negros y oxidados y desprendimientos de pintura, alguna que otra invasora cucaracha y mugre por doquier. Poca, muy poca gente. Oscuridad.
 
Por encima de la planta baja comienza a mejorar el panorama. Aunque el entrepiso muestra que hay ascensores sin funcionar, hace poco arreglaron los centrales, hay menos pegatina y suciedad en los pisos.
 
Lo que resaltó del recorrido de Infobae.com por esta planta es el comportamiento de algunos pacientes que utilizan los alargados bancos de espera para dormir 'decúbito dorsal'.
 
Alto contraste
En sus pisos altos, en especial, del 7 al 12, hay salas completamente recicladas: en estado de aseo esperable y hasta con buena decoración.
 
En los pisos 10 y 11 se destaca la Unidad Coronaria y el servicio de Terapia Intensiva. En el noveno, el Programa de Parkinson, en el octavo Cirugía y en el séptimo Neumonología, entre otras.

El problema son los pasillos de circulación común, donde se repite el mal estado de los subsuelos: colillas, roturas de vidrios, paredes y techos arruinados, falta de azulejos en pisos, escrituras a marcador indeleble y aerosol.
 
Aquí se nota la incidencia del público y el poco cuidado de este edificio: un ejemplo notable es el Aula Andrés Santas, nueva e imponente en madera y vidrio esmerilado que ha sufrido varios atentados en el frente: marcas y escrituras hechas con punzón.
 
El Clínicas hoy muestra este alto contraste de realidades: un intento de estar en las condiciones que merecería por su gran trayectoria y la decadencia inevitable de un público que no lo cuida y de un presupuesto que no le alcanza.
 
Sus recursos -$35 millones anuales- para las refacciones necesarias y urgentes dado el lamentable estado en que se encuentran varias plantas del Hospital, parecen no ser suficientes, situación por la que otros hospitales ya han dieron un "alerta roja" (caso Garraham, Hospital Francés).
 
Como es sabido, la UBA no se encuentra en su mejor momento: según se supo, el vicerrector Aníbal Franco apelaría la decisión de la jueza Susana Córdoba, quien rechazó la medida cautelar solicitada por la casa de estudios para que se aseguraran las sesiones del Consejo Superior.
 
Por su parte, el interventor del Hospital de Clínicas, Angel Alonso, en agosto pidió a la UBA un envío inmediato de dos millones de pesos porque la institución no tenía los "insumos mínimos para la correcta atención médica", tal como denunció en medios de prensa.
 
En una carta que dirigió al vicerrector Franco, indicó que si no se ayudaba con ese flujo de fondos, se iba a tener que evacuar a enfermos y suspender la atención ambulatoria.
 
También se refirió a las abultadas deudas acumuladas a distintos proveedores.
 
Más allá de cómo se diriman las cuestiones políticas e internas que hacen a la UBA, al Clínicas hay que ayudarlo por cuestiones humanitarias que deben hacerse prevalecer: es que por este edificio, de 17 plantas y 135.000 m2 se atienden por año a 368.000 pesonas (más de 1000 consultas ambulatorias diarias) y se realizan entre 8 y 9 mil cirugías.

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