Martiniano Arce: el artista que fileteó su propia muerte

Ingresar en su taller implica inmiscuirse en un cuento fantástico donde, con cada pincelada, cobran vida dragones, flores y cantores populares. Dialogar con este hombre de rostro curtido supone sorprenderse con un verdadero artista que muestra orgulloso su féretro fileteado, pero que afirma que todavía no le llegó su hora

Guardar
  162
162
  162
162
  162
162

"Feliz descansaba el punto, estaba desabrigado, le pintaron la sonrisa en su jonca fileteado", será el epitafio que el artista Martiniano Arce mandará a tallar en la cripta de su tumba. Haciendo caso a esa leyenda, el artista muestra orgulloso los féretros fileteados en los que descansarán él y su esposa luego de su desaparición física.

A pesar de esa excentricidad y de sus 66 años, Arce no parece preocupado por la muerte, ya que, basándose en un sueño y en conocimientos orientales de dudosa procedencia, asegura tener la fecha de su deceso: 19. 30 hs del 14 de noviembre de 2046. "Eso sí, no se suspende por mal tiempo", asegura este avezado pintor que ironiza con la facilidad con que desliza su pincel por cada objeto que se le cruce.

Basta una visita a su casa-taller de San Telmo, donde reside desde hace veinte años, para ingresar en una atmósfera especial, donde conviven pájaros, dragones, frutos y flores, además de personajes famosos del acervo popular argentino como Gardel, Troilo y Rivero.

Martiniano es el responsable de que un arte popular, propio de las pampas se haya extendido a lugares remotos de la Coqueta Europa, como el prestigioso "Museon" de La Haya. En Nueva York tuvo el privilegio de pintar y compartir la firma con el maestro Antonio Berni. Como debe ser, el reconocimiento también llegó a nivel local, tras ser nombrado "Ciudadano Ilustre" de la Ciudad de Buenos Aires.

Su carrera se inició en su primera adolescencia con el fileteo de los típicos carros tirados por caballos. Luego su visión del mundo se extendió a camiones y colectivos conformando un auténtico "arte sobre ruedas". Así, aportó su granito de arena para embellecer la ciudad con diseños coloridos, ostentando refranes, dichos y leyendas, con significados plenos de humor, picarescos y reflexivos o imbuidos de filosofía.

Rápidamente advirtió que podía popularizar su arte extendiéndola a tapas de discos -Fabulosos Calaveras de los Cadillacs, por mencionar uno-, además de libros, revistas, muebles, avisos publicitarios, carteles, diseños de nombres propios y de marcas, diplomas y pergaminos artísticos.

Todo un universo de objetos quedaron bajo los tentáculos de este fenómeno artístico, creador del "Fileteado de Caballete", que a imágenes clásicas de animales y plantas las enriqueció con ornamentos y filetes.

Entre las obras más recientes se pueden mencionar las esculturas de simpáticas vacas que meses atrás sorprendieron a los porteños en el "Cow Parade" de Puerto Madero. De los sorprendentes pedidos que recibe están agendados unos corazones gigantes para la Fundación Favaloro y un oso de fibra de vidrio para la televisión alemana.

"Me levanto y pinto, esa es mi forma de divertirme", revela como para dar cuenta de su íntima relación con su trabajo aunque asegura, apelando a su humor refinado, que "yo nunca laburé; siempre pinté".

Para los amantes de la pintura, y no tanto, Martiniano lanzó "El arte del filete", a la que califica como su obra literaria más completa. No es casual que el libro, que recrea parte del frondoso legado del artista, haya sido publicado por Ediciones del Dragón. "Para mí es un trabajo muy importante porque tiene mucho de autobiográfico", confiesa Arce, históricamente seducido y a la vez creador de tópicos gauchescos y sacros "porque a Dios se le da, no se le pide", explica.

"El dragón es la parte fuerte o viril de la vida, la cual se completa con las flores y los pájaros, que constituyen el lado sensible o la mujer, de la que soy defensor a ultranza", confiesa aunque en seguida rebate con un chiste machista de su propia autoría.

En la fisonomía de sus manos y rostros, en su mirada y en su provocativo discurso es evidente que se está frente a una especie de artista en extinción. Un creador que defiende la "nobleza del arte". Con esta última frase, recuerda sus trabajos pendientes y rápidamente retorna y se pierde en ese cuento fantástico de dragones, santos y pájaros, que cobran vida con cada trazo del fileteador de Buenos Aires.

Diego Martínez Garbino
dgarbino@infobae.com

Guardar