El invento que revolucionó la historia del siglo XX

Gracias a él, la radio dejó de usar cables y empezó a llevarse en un bolsillo. Ahora, hace funcionar computadoras, cámaras de video, módems, satélites, y hasta detectores de humo. Cómo nació y nos cambió la vida el genial "cerebro" de la electrónica

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La gente común comenzó a percatarse de la importancia del transistor cuando desde Japón, a mediados de los años 50, llegó la Spica, chiquitita, rectangular, de baquelita de vivos colores enfundada en cuero marrón y un audífono ad hoc, que no era para sordos: fue la primera radio sin cables de la historia.

Frente a la enorme radio a válvulas, que era preciso enchufar y conectar a una antena aérea (que atraía a los rayos cuando había tormenta y que era preciso desconectar para evitar desgracias) la Spica parecía de otro mundo: andaba a pilas, no "pateaba" electricidad y cabía en un bolsillo.

Pero la revolución no era ella, la radio, sino lo que llevaba adentro, algo de lo que su poseedor se percataba sólo al destornillar la rosca que sostenía la tapa, para cambiarle las pilas: allí, junto al parlante externo, estaban los transistores.

Con seguridad, el invento fundamental del siglo XX.

Hoy el transistor está presente en todo: cámaras de vídeo, marcapasos,aparatos de ultrasonidos, calculadoras, computadoras, modems, sistemas de control de temperatura, dispositivos de frenado ABS, airbags, ignición electrónica, satélites, control remoto, robots, electrodomésticos, fotocopiadoras, detectores de humo, y un largo etcétera.

El proceso que originó su invención comenzó al finalizar la II Guerra Mundial, cuando en la empresa norteamericana Bell Labs se plantearon trabajar en la obtención de un nuevo dispositivo que reemplazara a las voluminosas, caras e inseguras válvulas de vacío, inventadas en 1904 por J.A. Fleming, base de la tecnología electrónica utilizada hasta entonces.

El 1 de febrero de 1948 se anunció que el equipo de trabajo de la Bell, formado por John Bardeen y William Brattain, había inventado el transistor de contactos puntuales; en tanto que en 1951, William Shockley logró el transistor de unión.

La noticia no ocupó la primera plana de los diarios y los tres inventores recién fueron galardonados con el Nobel de física en 1956, hace exactamente medio siglo.

Para entonces el mundo había comenzado a percibir los beneficios prácticos de tan extraordinario hallazgo.

Basado en las propiedades semiconductoras de ciertos materiales, el transistor permite pasar la corriente en un determinado sentido, en vez del inverso, cuando se dan ciertas condiciones.

Para la mayoría de las personas, el invento del transistor significó radios portátiles, pero para aquellos inmersos en el negocio del procesamiento de datos, señaló el comienzo de la segunda generación de computadoras.

El transistor representó la construcción de ordenadores más poderosos, más confiables, más rápidos, más pequeños y con menores necesidades de ventilación. La Marina de los Estados Unidos utilizó las computadoras de segunda generación para crear el primer simulador de vuelo.

Antes de eso, el tamaño, la lentitud y el consumo energético
de esas máquinas inteligentes eran colosales y nadie preveía que alguna vez la gente común pudiera tenerlas en casa.

Para dar un ejemplo: uno de los primeros ordenadores, el ENIAC (Electronic Numerical Integrator and Calculator), construído contra reloj en 1946 en la Universidad de Pensilvania para aplicarlo en la Segunda Guerra Mundial, pesaba 30 toneladas, ocupaba 450 metros cuadrados y contenía 17.468 válvulas de vacío.

Aunque era mil veces más veloz que su predecesores electromecánicos, tenía que programarse manualmente conectándolo a tres tableros con más de 6.000 interruptores y requería tanta electricidad que la leyenda cuenta que el ENIAC bajaba las luces de Filadelfia cuando era activada.

A mediados de los años 50 empezaron a desarrollarse los primeros circuitos integrados, que permitían incluir numerosos dispositivos electrónicos en una pequeña pastilla de silicio.

Esto produjo un gran aumento en las aplicaciones del transistor, ya que no sólo permitía una reducción en el tamaño, sino también un aumento en la velocidad de proceso y una significativa disminución en el consumo de energía.

Las computadoras de tercera generación emergieron de los circuitos integrados y se hicieron aun más pequeñas, más rápidas, desprendían menos calor y eran energéticamente más eficientes.

Actualmente, las modernas computadoras contienen varios millones de transistores en un sólo chip de menos de 2 centímetros cuadrados.

Dicho más técnicamente: de un transistor de tamaño similar al de una goma de borrar, se ha pasado a poder acomodar cincuenta y cinco millones de transistores dentro del chip de una Pentium 4, cada uno con un promedio de 130 nanómetros (mil millonésima de metro) de lado.

La reducción, en medio siglo, fue de un factor de 10 mil millones y continúa: los transistores más pequeños de hoy (nanotransistores, como los que se apretujan en los chips) contienen miles de átomos, pero hay varios grupos de científicos que trabajan en poder reducirlos a tamaños de apenas unos átomos, incluso de uno solo.

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