(EFE).- El mito sin descifrar del tesoro de Yamashita ha vuelto a cobrar actualidad este mes como consecuencia del sexagésimo aniversario del final de la II Guerra Mundial en Filipinas.
El general japonés Tomoyuki Yamashita (8 de noviembre de 1885 -23 de febrero de 1946) y los lingotes de oro, estatuas áureas, joyas y otras maravillas que se dice acumuló en su avance victorioso por Asia habitan en la imaginación de los buscadores de fortunas desde hace décadas.
Los más negativos afirman que se trata sólo de un mito fabricado por la imaginación popular.
Los desencantados aseguran que los sicarios del ex dictador filipino Ferdinand Marcos lo encontraron hace tiempo y se lo llevaron en una caravana interminable de camiones.
Otros, más tenaces, continúan hurgando las entrañas del archipiélago filipino, compuesto por más de 7.100 islas, en busca del prodigio que cambiará para siempre su fortuna.
"Cuando los cazadores de tesoros piensan en túneles, tienen en mente que al final del corredor encontrarán oro, pero hay cientos de túneles excavados por los japoneses como parte de su red defensiva que sólo esconden balas y huesos", advierte un historiador filipino.
La historia
Esta leyenda se forja durante el avance imparable del Ejército Imperial japonés durante la II Guerra Mundial por el Sudeste Asiático.
La victorias niponas se suceden y Yamashita gana en esos días el apodo de "El tigre de Malasia".
El general japonés se lleva a Filipinas lo saqueado en doce naciones en Asia oriental y suroriental, según cuentan algunos.
Lingotes de oro, obras de arte, piedras preciosas, antigüedades chinas de valor incalculable... todo lo que la imaginación popular ha podido vislumbrar.
Se dice que Yamashita decide esconderlo cuando el avance del contingente aliado al mando del general Douglas MacArthur por Filipinas se hace imparable y no es seguro sacarlo por mar del país.
"El tigre de Malasia" se rinde oficialmente a los aliados el 3 de septiembre de 1945 en la residencia del embajador estadounidense para Filipinas en Campo John Hay, según recogen los historiadores.
Testigo
El filipino Domingo Pahigon, un miembro de la tribu ifugao, quien a sus 90 años se presenta como el último testigo vivo de aquél día histórico, asegura que presenció la entrega de Yamashita a los estadounidenses.
"Le vi intercambiar saludos con los oficiales americanos", afirma Pahigon sobre un acto ocurrido en Sitio Longa, en la cordillera central de la isla de Luzon, según publica hoy por el diario Philippine Daily Inquirer.
Pahigon dice que el mariscal nipón vestía una "amerikana" e iba descubierto, sin gorro o sombrero, en aquella ocasión.
Condenado a la pena capital por crímenes de guerra en un tribunal militar, Yamashita es colgado hasta la muerte en Los Baños, provincia de Laguna, vecina a Madrid, el 23 de febrero de 1946.
Algunos creen que se llevó a la muerte el secreto, otros defienden que los estadounidenses le torturaron para que revelara la localización del tesoro.
Lo cierto es que desde hace sesenta años buscadores de fortunas de todo el mundo pasan por Filipinas para tentar a la suerte.
En 1970, el cazador de tesoros Rogelio Roxas afirmó que había encontrado un buda de oro sólido de tres pies de alzada en Baguio, la llamada "capital veraniega" de Filipinas, donde Yamashita se refugió tras perder Manila.
En noviembre de 2002, una persona murió y otras cuatro resultaron heridas en las cercanías de Córdoba, en la isla de Cebú (sur), cuando excavaban un túnel en busca del legendario tesoro.
Un año más tarde, un grupo de personas desenterró 67 tumbas de un
cementerio japonés en la ciudad de Davao, en Mindanao (sur).
Hoy en día, en los foros de contactos de internet se puede encontrar, si se busca, quien está dispuesto a vender un mapa "genuino" del tesoro de Yamashita.